00La Organización Meteorológica Mundial reveló hace poco un estudio advirtiendo que, en los próximos 5 años, habría un 40 % de posibilidades de que al menos un año la temperatura media global sea 1,5°C más alta que la preindustrial, y un 90 % de probabilidades de que un año, de aquí al 2025, sea en el más cálido de la historia. Estas cifras son aterradoras puesto que 1,5°C es el menor de los límites de largo plazo establecidos por el Acuerdo de París, y superarlo, según el IPCC, implicaría mayores riesgos de sequías y precipitaciones intensas, aumento del poder destructivo de huracanes, más pérdida de biodiversidad, desplazamientos masivos, incendios y deshielos más frecuentes. Evitar sobrepasar este límite es el sentido de dos hechos de capital importancia que tuvieron lugar también recientemente: el primero, el reporte de la Agencia Internacional de Energía en el que por primera vez advierte la incompatibilidad de nuevos proyectos extractivos de petróleo y gas con el objetivo de los 1,5°C; el segundo, el veredicto final contra la gigante petrolera Shell en Holanda, en el que se le responsabiliza de ser un mayor causante del cambio climático, obligándole a reducir sus emisiones en 45 % en al menos 10 años.
Mientras las esperanzas de no superar este umbral se desvanecen, las petroleras del mundo, responsables de al menos el 71 % de las emisiones desde 1988, hacen caso omiso a cualquier advertencia y proponen continuar con su negocio, ahora pintado de verde, por encima de la necesidad de preservar la vida en el planeta. Para ilustrar este punto podemos tomar las declaraciones del presidente de Ecopetrol Felipe Bayón en entrevista (¿o publirreportaje?) con Brigitte Baptiste, al referirse al anuncio de la empresa en que se compromete a generar “cero emisiones netas de CO2 equivalente para 2050”; al mismo tiempo, la empresa declara a un medio que seguirá extrayendo hidrocarburos todavía por “muchas décadas”. Es importante entender la trampa implícita en aquello de las “cero emisiones netas”: gases de efecto invernadero que se generan con la quema de combustibles fósiles, que en teoría se equilibran con las remociones de procesos naturales o artificiales para resultar “cero”; este balance ignora aspectos fundamentales, como que no es lo mismo remover una tonelada de dióxido de carbono que 1000 toneladas, y que las emisiones generadas durante un lapso de tiempo no pueden ser superiores a aquellas que se pueden remover en el mismo período.
La aparente validez de una cifra de emisiones que se resta de otra igual para resultar cero tampoco tiene en cuenta el carácter acumulativo del dióxido de carbono liberado a la atmósfera en enormes cantidades durante décadas. Lo que proponen Bayón, y el resto de petroleras, es que hasta un año tan lejano como 2050 se sigan explotando hidrocarburos casi de la misma manera, mientras se especula en el mercado con soluciones mágicas de tecnologías aún sin desarrollar plenamente, y con pocas posibilidades de actuar en una escala que logre capturar las emisiones causadas y las que están por venir. Otra parte del engaño es la utilización de las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza” que se soportan en la capacidad de las plantas para capturar dióxido de carbono, y a partir de la financiación de proyectos de “conservación” de bosques primarios y secundarios y calcular que la tasa de fijación de carbono, dicen “compensar” la contaminación que siguen generando. Esta idea, desde su base, desconoce las profundas afectaciones que la misma crisis está causando sobre selvas y océanos, que amenazados por eventos climáticos extremos, disminuyen la capacidad natural de almacenamiento de carbono de la que se apropian.
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La realidad muestra que aumentaremos la temperatura global de 1,5°C alrededor de 2030, por eso debemos actuar con urgencia deteniendo la causa real de la crisis: el uso de energías fósiles
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La realidad nos muestra que aumentaremos la temperatura global de 1,5°C alrededor de 2030, por eso debemos actuar con urgencia deteniendo la causa real de la crisis: el uso de energías fósiles. Antes que simplificar la dimensión de la situación contando moléculas de carbono para elaborar teorías retorcidas de compensación de emisiones, es necesario hacerlas cero real (no cero neto), en el cortísimo plazo deteniendo la extracción de hidrocarburos, dejándolos enterrados para siempre. En compañía de esta acción, se debe propiciar de forma masiva e inmediata la regeneración de la gran cantidad de ecosistemas degradados por las actividades extractivas tratando de capturar la mayor cantidad de las emisiones ya generadas. No es con fracking que se habla de transición, señor Bayón: es actuando de acuerdo con lo que los tiempos le exigen, como le dicen la Agencia Internacional de Energía y los tribunales; no será con las patrañas de moda con las que nos convenza de pasar por encima de la vida en favor de la economía. Permitir aún más calentamiento nos acerca al panorama de una Tierra inhabitable; por eso escuche usted también el clamor de la juventud en las calles que hoy arriesga todo lo que tiene, hasta sus propias vidas, por el futuro que se les quiere arrebatar. Se lo dejaron escrito bien grande, al frente de Ecopetrol.