Ayer vimos un espectáculo muy triste. Medellin y América debutaban en la Copa Libertadores de América de local. Había expectativa. Yo quería ver, por ejemplo, qué tanto había evolucionado el fútbol colombiano que lo había hecho moneda de cambio, mercancía valiosa por la que cobraban el doble de lo que uno puede pagar por la plataforma de Amazon. Pero no, ya en el primer tiempo sabíamos lo que iba a pasar: tanto Libertad y Flamengo pasaron por encima de nuestros equipos y eso que estaban jugando de local.
Se veían como de otra categoría, como si no fueran la tercera liga del continente como olímpicamente han dicho los periodistas de Win para vender su producto. Lo de ayer fue otra cachetada a los que quieren vender el fútbol colombiano como si fuera la Premiere League. No voy a pagar un peso por un fútbol que nos hace quedar tan mal en el exterior. Porque ha sido vergonzosa la participación de ellos, al Pasto, que le va tan bien en liga local, lo sacó un equipito chileno como el Huachipato, al Tolima un alicaído Inter de Brasil.
Hoy juega el Junior contra el Flamengo y apenas se han vendido boletas. No existe tradición, orgullo, hinchada verdadera. El intento que se estaba haciendo se acabó con la idea de cobrar 30 mil pesos mensuales la gente no tiene como pagarlos y prefiere ver a esa hora fútbol argentino para ver a Villa, a Borré, a Fabra, el verdadero fútbol colombiano y no este, el de acá, lleno de jugadores malísimos, de canchas peladas, de dirigenes tramposos, de estadios vacíos.
Dicen en redes –información sin confirmar- que en dos meses no se han suscrito al canal 8.000 personas, que están pasando bajarle a la mitad, que a nadie le importa lo que pueda decir Eduardo Luis y su cofradía. Señores, el fútbol colombiano no vale nada y si, lo pagará su madre.