No se entiende entonces por qué si el presidente Duque también insiste en que la exigencia del CRIC se puede deducir de los diez billones de pesos no viene al Cauca y arregla el problema que está ocasionando pérdidas en el sector económico de más de dos mil millones de pesos diarios como consecuencia del bloqueo de la vía Panamericana, que completó 10 días en el desarrollo de la llamada “Minga de la defensa de la vida, el territorio, la democracia, la justicia y la paz”.
Aquí lo que vemos los sectores sociales que padecemos la intolerable situación es un duelo de dos arrogancias, soberbias o vanidades maximizadas en cabeza del presidente que dice que no viene a dialogar mientras se mantengan las vías de hecho frente a las de los dirigentes de la minga que no van a la sede del gobierno nacional en Bogotá ni levantan el bloqueo si el presidente no viene. Ni van ni viene.
Esa insolencia de un gobierno que prefiere o estimula el conflicto con su actitud y la fuerza, y que teniendo el poder para salir del atolladero se niega a utilizarlo, choca con la intransigencia de unos dirigentes indígenas que también decidieron pararse en la raya por todos los incumplimientos de los acuerdos pactados en otras temporadas.
La dramática situación provocada por ambas partes —la uribista central que gobierna y la social popular no-uribista que resiste el abandono del Estado— deja daños irreversibles en todos los sectores sociales, pues las comunidades no vislumbran salidas prontas a pesar de que ya padecen el desabastecimiento de alimentos y combustibles, que han comprobado que no existen vías alternas eficaces para la movilización con dignidad, que les perturbaron los servicios educativos y de salud en los municipios afectados, que sufren porque el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) suspendió el servicio de la Modalidad Familiar para atender a menores de edad en la zona perjudicando a más 50 mil menores, entre muchas más conmociones comunitarias.
Todo, a pesar de que los familiares del policía cartagenero Boris Alexander Benítez, quien fue asesinado en medio de las protestas, lamentaron a través de BLU Radio que a Duque le faltó más diligencia y presencia ante los indígenas. “Sí ha debido hacer presencia, es el líder del país y quien le puede dar un punto final a estas situaciones. Hay que limar asperezas, esta situación afecta a las familias que exponen a sus hijos en protestas de este tipo atendiendo la posición de la Fuerza Pública”, sostuvo un hermano de Benítez.
Todo, a pesar de que el arzobispo de Popayán, monseñor Luis José Rueda Aparicio, también en Santander de Quilichao, anunciara que la Iglesia en el suroccidente del país estaba dispuesta participar en el proceso de diálogo para restablecer el orden en medio de la minga indígena que ha recrudecido en las últimas horas.
Pero no. El presidente de Colombia mejor decidió salir este miércoles a Santiago de Chile, para participar en la primera reunión del Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina (Prosur), el organismo de integración que reemplazará a Unasur. Luego, en un Consejo Empresarial Chile-Colombia, asuntos, para él, más importantes que la tensión social que se vive en el departamento del Cauca. No importa que la minga, que hoy lleva 11 días y que tiene en este momento incomunicado al sur occidente del país, siga en las mismas, o peor, confirmando que el abandono del Estado va para largo.
Me da la impresión que la táctica, como dice Juan Manuel López, en su columna de Las2Orillas Emberracando a Colombia, que es “exacerbar los elementos que oponen a las partes” para buscar que la gente actúe “verraca”, manteniendo la polarización con la cual se justifica cualquier acción violenta contra los “enemigos” o los “infiltrados”.
Es la misma estrategia del “divide y reinarás” para mantener el poder mediante la ruptura de las estructuras de poder existentes y evitar la vinculación de los grupos de poder más pequeños enfrentándolos: ciudadanos urbanos contra rurales, indios contra mestizos, uribistas contra no-uribistas, o mamertos, como ellos los llaman, pobres contra ricos, consejos gremiales versus consumidores, etc. Estrategia que ha sido utilizada para romper lo que se opone a la “solución” prefabricada. En la historia, para muestras, el gobernante romano Julio César o el emperador corso Napoleón.
“En todo caso, lo cierto es que si de verdad la intención —o por lo menos el deseo— del primer mandatario fuera de verdad unir a los colombianos lo menos conveniente es justamente lo que hace”, frase también de JML.
