Increíble pero cierto. Llegó la hora de la batalla de ideas, de argumentos, de razones del respeto por el contradictor. Llegó el momento de bajarse de las pasiones sin abandonar la utopía de una sociedad mejor. Desde todos los puntos de vista: filosóficos, políticos, económicos, sociales, y culturales; desde todas las posiciones de clase: desde los ricos hasta los pobres, pasando por “las caspas medias”, todos a una deben aportar a la construcción de esta gran empresa de la democracia, que en último término es la manifestación más viva de La Paz.
Obviamente de cada quien, según sus posibilidades para cada cual, según sus necesidades. Del dicho al hecho hay mucho trecho, dice la sabiduría popular. Obviamente tenemos que apearnos del discurso grandilocuente, y comenzar la tarea en nuestro círculo social más cercano, pero mucho ojo queridos amigos, que de buena voluntad está empedrado el camino de los infiernos. En otras palabras quiero decir que hace falta construir entre todos desde las localidades y las regiones, un proyecto de país viable y sostenible para las nuevas generaciones.
Y es aquí es donde saltan a la vista los verdaderos y reales factores de poder. El acuerdo del 23 de Junio sobre el fin del conflicto armado, firmado en La Habana por el Presidente Santos y el comandante de las Farc, Timoleón Jiménez, con apretón de manos, comisión de aplausos, y toda la parafernalia internacional, tiene, sin embargo, un simbolismo fundamental, monumental, trascendental. Pero no pasa de ser un simbolismo, un batir de alas de la paloma blanca de la paz, si no se va a las causas que producen la violencia colombiana. No hacerlo es correr el riesgo de frustrar de nuevo la inmensa posibilidad que se abrió en La Habana.
Veamos los siguientes datos: de acuerdo con Medicina Legal, en el 2014 hubo 1.809 asesinatos por ajuste de cuentas, contra 546 bajas producto del conflicto armado, sin olvidar un dato tremendo: las víctimas de la violencia intrafamiliar fueron 3ll y de la inseguridad ciudadana 322. Lo cual quiere decir que la firma del acuerdo de La Habana, sin olvidar su trascendencia histórica, no va a resolver el problema de la violencia. Hay que ir a las causas de fondo. Y, en este sentido, me parece que la Agenda de La Habana tiene tres puntos fundamentales: la tenencia de la tierra, la participación política y el problema del narcotráfico. Sin resolver estas tres cuestiones principales la carta de navegación sigue embolatada. Verdad, Justicia, Reparación, y no repetición, se quedan en el limbo de las buenas intenciones.
Claro, es toda una arquitectura de una inmensa catedral. Lo de La Habana alumbró la luz al final del túnel, pero no por ello podemos deslumbrarnos con su destello luminoso. Hay que empezar la tarea con optimismo pero con las riendas de la carroza bien asidas de las manos. Es decir, estamos hablando del modelo de acumulación del neoliberalismo salvaje.
Ahora que tenemos la herramienta de la Paz, estamos en condiciones de construir la Democracia. Por eso es pertinente traer a cuento la trascendencia del “cuarto poder” como instrumento decisivo en la construcción del edificio de la convivencia ciudadana. El manejo de la televisión, de la Radio y la Prensa, va a jugar un papel definitivo en este proceso.
Por eso es pertinente y necesario traer a cuento en que quedó el Congreso Mundial de Medios Informativos, realizado en Cartagena los días 13 y 14 del mes de Junio del año en curso; cuáles fueron sus conclusiones, porque la agenda temática era como para alquilar balcón, precisamente ahora que entramos en el desarrollo del proceso de Paz.
Temas tan atrayentes y sugestivos como la Industria de los Medios de Comunicación; las Prácticas Periodísticas; el Futuro del Negocio; Tendencias generales de la Prensa Escrita; Estrategias Digitales para generar negocios; Seguridad y libre expresión del trabajo en Internet; Nuevas herramientas digitales; la monetización en la Plataforma móvil; Predicciones futuras sobre el Periodismo.
Como se puede, ver todos estos temas tienen una incidencia profunda en la construcción de una Nueva Democracia, por ejemplo: ¿Cómo se va a manejar la competencia en la televisión privada dominada por los canales RCN y Caracol? ¿Quién se va a quedar con el Tercer Canal que se adjudicará en el 2017 en subasta pública?
La firma de la Paz debe estar acompañada de un cambio de actitud en la información que se brinda a los colombianos, por eso es importante llamar la atención a UNE y a Claro para que estudien la posibilidad de pasar por sus plataformas los canales de Telesur y de RT en español, que son canales de señal abierta.
Para terminar, estos son los factores reales de poder sin los cuales es imposible construir entre todos una Nueva Democracia en Colombia.
