Después de un poco más de cinco meses, Colombia sale de su cuarentena indispensable para enfrentar la pandemia COVID-19. Supuestos expertos epidemiólogos pronosticaron un panorama catastrófico, pero su visión apocalíptica que apuntaba a millones de infectados y decenas de miles de fallecidos, con la que jamás estuvimos de acuerdo, nunca ocurrió.
Hoy estamos en un punto de quiebre aún con importantes riesgos. El gobierno nacional tomó una decisión oportuna para el confinamiento ciudadano, implementando una serie de estrategias para retrasar al máximo el pico de la pandemia y se logró. Ello permitió ganar tiempo para robustecer el sistema de salud en la atención de todos los niveles, particularmente en cuidados intermedios e intensivos, el punto más crítico.
Debemos reconocer con satisfacción que las decisiones gubernamentales fueron tomadas, basados en la evidencia científica, siguiendo las directrices generadas por el conjunto asesor científico del cual hicieron parte nuestras principales asociaciones médicas como la Academia Colombiana de Medicina y otras. Ninguna directriz se tomó sin tener previamente un soporte sanitario y científico. Las voces y opiniones de quienes hacemos seguimiento, estudio y valoración juiciosa del comportamiento del virus SARS CoV-2, fueron escuchadas.
El saldo final de la cuarentena demuestra que se lograron salvar miles de vidas, quitándoselas de las garras al más poderoso coronavirus contagioso. La misma Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido el importante papel cumplido por Colombia y ello nos llena de orgullo muy a pesar de los sacrificios de la comunidad médica incluso con una lamentable pérdida de algunos colegas que fallecieron salvando la vida de otros.
Los indicadores están allí, Colombia termina la cuarentena con la curva aplanada y con tendencia al descenso. Muchos desatinadamente, jamás entendieron lo que es una curva epidemiológica. Solo se dedicaban a ver el número de casos de infectados lo cual en una pandemia es obvio su crecimiento matemático. La curva objetiva es el monitoreo del potencial daño a la salud pública medida especialmente en la tasa de letalidad (TL) (aunque hay otros indicadores similares).
Colombia sale de cuarentena con una TL de 3.1 (por debajo del promedio mundial de 3.35 en este punto), esto de por sí ya es un logro fundamental. Muy inferior a países como Italia (13.2), Reino Unido (12.2), México, España, (por encima de 10), Francia (9.3), Suecia (7) o Perú (4.5). Pero ese valor de TL no es tan cierto, en realidad es mucho más bajo. Lamentablemente el protocolo estandarizado en Colombia asume que todo paciente hospitalizado infectado por el C19, así fallezca por otra enfermedad de base, se suma a la estadística mortal del coronavirus.
Incluso en pacientes de edad avanzada, mayores de 70 años con comorbilidades como hipertensión, diabetes, enfermedad renal, males respiratorios, obesidad, etc., su riesgo de morir por estas patologías es muy alto. Hay una línea muy fina que confunde en este caso la causa real de muerte, inflando la letalidad del virus SARS-CoV-2. Lo más probable es que la TL en Colombia, en realidad esté debajo de 2.
Pero la estrategia liderada desde el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Salud, funcionó. Todo acorde a los conceptos y sugerencias de los científicos, quienes tuvieron un papel definitivo en las decisiones presidenciales. Con todo ello se logró ganar tiempo extendiendo el impacto atenuado de la pandemia por meses, buscando que el pico de la misma estuviera lo más lejano posible. Se ganó tiempo para evitar un colapso del sistema de salud que afortunadamente nunca ocurrió.
Un manejo adecuado para la dimensión de la catástrofe global, muy a pesar de quienes llegan hasta ideologizar protervamente una emergencia sanitaria en vez de sumar y hacer parte de la solución. A pesar de quienes se empeñaron en desinformar sobre la verdadera curva que nunca entendieron. A pesar de periodistas con poco fundamento científico con notoria animadversión por las causas del país. A pesar de los que perversamente hacían fuerza para que hubiera más infectados y fallecidos para criticar al gobierno.
Ahora todo depende de la responsabilidad individual. Pero hay algunas obvias restricciones. Por ejemplo, en prácticas deportivas, solo están autorizadas aquellas individuales en espacios abiertos (atletismo, ciclismo, patinaje, etc.). Prácticas deportivas de contacto no están permitidas desde lo sanitario y sentido común científico (fútbol, baloncesto y similares). El fútbol profesional se avala cumpliendo estrictos y costosos protocolos, que no están al alcance del deporte aficionado. Los gimnasios pueden funcionar atendiendo normativas sanitarias como el distanciamiento personal, práctica individual y precisas medidas de asepsia.
Colombia no puede permitirse los bandazos de países como España, Francia, Alemania y otros, que padecen rebrotes costosos en todo orden. Hoy está demostrado que esta cuarentena se inició en el momento justo, era indispensable y se termina buscando el mejor punto de equilibrio entre el riesgo sanitario y la urgente reactivación económica. Al sector salud organizado se le debe en buena medida esta gracia. Se salvaron miles de vidas, frente al pronóstico de “epidemiólogos” tradicionales, pontífices del siglo XX.