Por fin llegó un candidato con agallas; un candidato que si fue capaz de decir lo que ningún otro candidato ha querido decir: ¡acabar con las fotomultas!
Y nuevamente es en Medellín donde se empieza a innovar con este tema crucial. Aunque son muchos los municipios en este país donde esta estrategia está en furor, incluyendo a Barranquilla, Bucaramanga, y Cali, es nuevamente Medellín donde alguien tiene suficientes pantalones para demandar que se acabe esta trampa, que tantos dolores de cabezas me ha generado.
Es verdad, he sido víctima de esas terribles fotomultas muchas veces, pero ¡ojo! en ninguno de los casos he tenido la culpa. En una ocasión, por ejemplo, me vi obligado a pasarme el semáforo en rojo porque la congestión vial era tal, que si no me hubiera pasado ahí, me habría tocado quedarme mínimo otros 15 minutos más esperando en el trancón. Con toda seguridad la culpa de la congestión vial no es mía, y eso fue lo que me obligó a pasarme el semáforo en rojo.
Algo peor le pasó a mi amigo JJ Mendoça, quien para incrementar su productividad aprovecha para hacer sus llamadas mientras maneja, y de vez en cuando (¡muy de vez en cuando!) manda un par de mensajes en whatsapp mientras publica algunas fotos en instagram. Pues como le puede pasar a cualquier mortal, mientras seleccionaba el filtro correcto para su foto, se le hundió un poquitín el acelerador, y se pasó –solamente un poco– por encima de los 100 km/h, justo donde está esa molesta cámara del Chuscalito. ¿Qué culpa tiene el?
Crédito: Campaña Gabriel Jaime Rico a la Alcaldía de Medellín.
En resumen, estamos muy contentos con la visionaria propuesta de Gabriel Jaime Rico para acabar con las fotomultas. De nada sirve que algunos envidiosos lo tilden de populista, ni que sugieran que con esta propuesta, el candidato Rico está buscando el voto en masa de los desprevenidos conductores, que no entienden la efectividad del sistema para salvar vidas.
Dicen estos escandalosos que desde la implementación de las fotomultas en Medellín, se han reducido los accidentes en más de un 20%, que la invasión de los carros a las cebras peatonales se ha disminuido más de un 90 %, y que las
multas mismas —en números absolutos— se han reducido. Puede que esto tenga sentido, porque ahora los conductores nos vemos obligados a manejar lentamente y a estar pendientes de las cámaras para que no nos castiguen, ¿pero quién quiere vivir así? ¿Maniatados? ¿No es mucho mejor la total libertad?
Otros ridículos se escudan en la obsoleta idea de “seguir las reglas”, y “cumplir las normas”. Dicen ellos que supuestamente la existencia de la posibilidad de la fotomulta, nos obliga a parar en los semáforos en rojo y a cumplir con el límite de velocidad de cada vía. El problema es que esas normas no nos gustan a muchos de nosotros, y allí es donde nos dejan sin opción. A veces queremos ir más rápido porque nuestro velocímetro nos lo pide; a veces no nos aguantamos las ganas de pasarnos el semáforo en rojo, porque ya hemos constatado que no vienen carros en los otros sentidos. ¡Esas normas no sirven!
Juannes de Inteligencia Colectiva – LCV.
Para finalizar, están los desesperantes seudoambientalistas que nunca se pierden de una. Apenas se enteraron de la magnífica propuesta de este visionario de la movilidad, ya salieron con sus discursos insípidos a proponer seis formas de evitar las fotomultas; obviamente creen que somos tontos, y están convencidos que caeremos en sus trampas sarcásticas. ¡No caeremos!
