Esta pandemia del COVID-19 deja claro que el modelo neoliberal es una ilusión para las clases media y obrera y una realidad para potentados y multinacionales, ya que les permite amasar riqueza, mientras que el hambre y la miseria, producto del desempleo y la precariedad salarial, entre otras causas, deja arrasadas a más de treinta millones de personas, desarmadas ideológicamente por los bonzos del comité de aplausos de un gobierno que concentra los recursos en pocas manos.
En resumen, la mayor cantidad del presupuesto para los potentados, dueños del sector financiero y multinacionales, pero para los miserables, solo mendrugos, amén de plantear quitarles los escasos derechos que aún les asisten. Esta es la ortodoxia económica del presidente Duque, que mantiene incólumes los principios neoliberales como doctrina, aplicando las mismas recetas impuestas desde el Consenso de Washington, que han generado la pauperización de la mayoría de los colombianos. Hoy la pandemia demostró que el ascenso a la "clase media" era un espejismo que sufrieron millones de personas, que viven en la informalidad y no pudieron acumular capital suficiente para resistir dos meses sin ingresos, lo que constituye una inmensa tragedia para nuestro país.
A pesar de que el Ministro de Salud, Fernando Ruiz, afirmó que entre finales de junio y comienzos de julio se presentará el pico de la pandemia, la presión de los gremios económicos, la agonía por el rebusque, el trabajo informal, la subsistencia de empresas pequeñas y medianas, y la negativa del gobierno a sostener en confinamiento a la población hizo que Duque tomara la decisión de que entren en funcionamiento casi todas las actividades económicas, poniendo en peligro de muerte no solo a los trabajadores —por más protocolos que apliquen— que salen a ejecutar sus funciones, sino también a los que dejó en cuarentena, en la práctica absolutamente debilitada.
El país tiene que reactivar la economía, eso sí armonizada con los derechos fundamentales de la población —el principal es a la vida—, pero este no es el momento para desechar la cuarentena como principal arma de contención del coronavirus y pasar a la inmunidad del rebaño, justificada en que los colombianos "sean atenidos", expresión de su vicepresidenta. La población se vio forzada a salir a rebuscarse en pleno pico de la pandemia, porque los subsidios no colman sus necesidades, mientras que Duque, con el Centro Democrático de Uribe, concentra los recursos en los grupos económicos y financieros. Es claro: el país no puede permanecer improductivo, pero por lo dicho por el ministro de Salud, la inmunidad del rebaño es una peligrosa decisión.
Las medidas tomadas con base en los decretos de emergencia otorgan las gabelas a los banqueros: les redujo el margen bancario, bajó en dos oportunidades la tasa de interés de referencia, entregó títulos repos, trasladó el pago de los pensionados de los fondos privados a Colpensiones y depositó los dineros de los subsidios para que ellos cobren por transferirlos a la población. Fueron más de veinte billones los que entregó a los bancos, mientras niega la financiación completa de la nómina de pequeñas y medianas empresas, concentra los recursos del sector agropecuario en los grandes empresarios y emprende reformas (laboral y pensional) que buscan quitar los derechos a los trabajadores para que los todopoderosos sigan amasando riquezas. ¡El fin de la pandemia será el advenimiento de la primavera colombiana!