El 13 de marzo del 2020, cinco días después de que se reportara el primer caso de Coronavirus en Colombia, se inauguraba en el Teatro Adolfo Mejía la 60 versión del Festival de Cine de Cartagena. Ya en Europa el virus comenzaba a cabalgar silencioso y en Bogotá la alcaldesa Claudia Lopez hbia suspendido todos los conciertos priorizando la salud sobre el espectáculo y el negocio, ocasionando incluso duras protestas por parte de los organizadores que perdían millones por cancelación de espectáculos como el concierto de Alejandro Sanz en el Movistar Arena.
Solo se permitían eventos de menos de cincuenta personas y de allí se agarró el director del FICC y la junta directiva para darle via libre al Festival. Pero el problema no estuvo en los eventos sino en la rumba entre extranjeros y nativos cartageneros en las noches caribeñas. Cartagena seguía abiertas a extranjeros y los invitados al festival llegaron de Italia, Francia y Estados Unidos, cuando ya en marzo el COVID 19 multiplicaba contagios por fuera de China.
El protocolo de seguridad no pudo ser más laxo frente a un inexperto alcalde de Cartagena William Dau que no ejerció la autoridad oportunamente, forzando su cancelación y esperó dos días para actuar. Se acabaron los eventos pero los invitados extranjeros se quedaron sueltos en la ciudad.
Una de las asiduas al Festival, Carolina Sanín, criticó abiertamente la decisión que tomó Felipe Aljura y la Junta Directiva presidida por Hernán Guillermo Piñeres de no cancelarlo.
El 11, después de la inauguración, hubo rumba. Muchas rumbas. El calor, la champeta y el trago fueron el coctel en donde se empozaba el virus. Un día después toda celebración fuera de los eventos del FICCI quedó cancelada. Pero no el evento cumbre. El eminente director alemán Werner Herzog era la estrella máxima de la programación. Acostumbrado a enfrentarse a peligros como grabar en medio de un río en el Amazonas o meterse dentro de un volcán en erupción, el rumor de una epidemia en un país del Caribe no era más que otra aventura. Por eso llegó al patio de la Cooperación Española acompañado de su viejo conocido Salvo Basile, quien actuó en una de sus películas, Cobra Verde, y Natalia Reyes, la actriz colombiana que protagonizó la última Terminator. El lugar estaba atestado de gente.
Los catastróficos efectos de la imprudencia y falta de previsión tanto por los organizadores del Festival como por las autoridades de La Heroica solo empezaron a conocerse con posterioridad cuando ya no hay remedio y las dificultades para atajar la expansión del contagio es enorme, según ha dicho el propio Ministro de salud que visitó personalmente Cartagena.
Cartagena es la ciudad, fuera de Bogotá con sus 8 millones de habitantes, el lugar de Colombia con más casos de contagios en el país: 983 y el numero de fallecidos, 55 hacen que la cifra alcance el 10% de la totalidad de los 525 del pais.
La calamitosa situación de salud pública obliga a poner el espejo retrovisor para entender que ha sucedido y lo cierto es que el FICCI fue el único evento masivo que se realizó en en el pais. cuando las alertas de la pandemia estaban prendidas en el mundo y en Colombia