Había perdido habilidades en la escritura circunstancial y en la esencia misma de textear para terceros; en un estado de temple y gratitud por el presente emergen estas líneas desde la comodidad de mi cama, mi cama, que me invita al descanso constante y a la atención a ella. En una posición privilegiada de contar con descanso... ¡Y con cama!
El tiempo en su bello y natural estado de transición e impermanencia hace de nosotros seres inconscientes de la realidad, de los hechos, y de los acontecimientos del universo; el trabajo agotador, las enfermedades sin prever, las circunstancias familiares, las rupturas, las ruinas, el cautiverio que no elegimos etc. Una atención nociva a esos sucesos son más que detonantes sin tiempo a un estado precario de sanidad mental sin retorno.
Con el objetivo de salvaguardar nuestro bienestar o introducirnos a una vida más espiritual hemos sido víctimas del mal consumismo, de los recursos materiales y espirituales que nos salvarían de avalanchas en un mundo exterior completamente hedonista, nos venden la idea de algo que es connatural en nosotros, como seres vivientes y conscientes.
El argentino que puso a hacer yoga a los presos más peligrosos
Dificil es alcanzar el verdadero estado de consciencia pero no será más o menos complejo el proceso si nos suscribimos a un masterclass de mindfulness, si pagamos un platal a clases de yoga o meditación, o si somos más que turistas en tomas de medicina yagé. Los elementos y ambientaciones en nuestro estado de busqueda del Ser y consciencia plena carecen de importancia si nuestra luz interna y nuestro foco conocen nuestro objetivo.
Parece simple, tu crecimiento espiritual más elevado no ocurre en medio de velas aromáticas, de mandalas tejidas, de incienso, tu crecimiento espiritual más elevado sucede en medio de los acontecimientos en mención arriba y sin recursos materiales espirituales. Ocurre cuando te invade el desespero, la incertidumbre, la frustración o la intranquilidad y lo afirmas cuando tus acciones simples abonan calma determinación a esos sucesos. Por ejemplo, hoy yo, aquí, estrenando alegremente una alhomada, atendiendo mi sueño como un ritual sagrado siendo espectadora y protagonista (equilibrando) de los sucesos de cada uno de mis días, y aquí, nuevamente afirmo que no me puedo sentir más espiritual ahora, durmiendo con almohada nueva y entregada al silencio, a la quietud y a la liberación del cuerpo. No olvidemos ser tolerantes ante la incertudumbre y acariciar los procesos.