El principio de no injerencia y de soberanía de los Estados es uno de los pilares del derecho internacional. Tal como lo reconoce la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y ‘consiste en que ningún país puede intervenir en los asuntos internos de otros y que determina, en ocasiones, junto con otros factores, la imposibilidad de protección internacional de los derechos humanos’.
Así se consagra en el artículo 2.7. de la Carta de las Naciones Unidas, que reza ‘Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará; a los Miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta’.
Son estas entonces las dos caras de la moneda de no intervención. No existe una supranacionalidad internacional que obligue a los Estados a accionar de tal o cual forma, por ello por ejemplo hay países que entienden de diferente manera los derechos humanos y su respeto, ya sea por razones religiosas, económicas o políticas, pero tampoco hay una fuerza capaz de accionar para que un país se inmiscuya en las cuestiones internas de otro.
Se puede cuestionar el bloqueo estadounidense a Cuba, pero no lo que Estados Unidos realice en su territorio. Tampoco se puede accionar sobre el funcionamiento cubano respecto al imperio de la ley, sobre todo porque los valores en los que se sustenta el andamiaje político cubano difiere, y mucho, con el de los restantes países de América por ejemplo.
Ahora bien, muchas veces nos vemos tentados de alzar la voz por cosas que, en nuestra opinión y de acuerdo a nuestra cosmovisión, entendemos que son equivocadas. Por ello nos indignamos con el encarcelamiento de opositores en Nicaragua, la violación de derechos humanos en Venezuela o los casos de violencia y xenofobia en Estados Unidos. Y está bien que lo hagamos, pero los Estados, institucionalmente, no pueden actuar como individuos.
Argentina, ni ninguno de sus representantes, debe opinar sobre lo que ocurre al interior de otro país. Por eso fue erróneo el accionar, por ejemplo, del embajador argentino en China, Sabino Vaca Navaja, quien afirmó tiempo atrás ‘Yo me he encontrado en las distintas regiones con una convivencia muy armónica de las etnias y por supuesto en Xinjiang con la etnia uigur -mayoritaria- que también se ha desarrollado y generado una prosperidad sin precedentes’, porque China dentro de China decide sus normas. Está claro que el accionar de Vaca Navaja lo que procuraba era congraciarse con el régimen chino para obtener financiamiento externo para el país.
¿Qué tipo de congraciamiento procuran los presidentes de América Latina que días atrás firmaron un comunicado en relación al accionar de la Justicia argentina?
Curiosamente, entre los firmantes está el propio presidente argentino, lo cual no deja de sumar una mancha más a su accionar oscuro y olvidable al frente de la primera magistratura del país.
¿Y qué se menciona en esa ‘Declaración de apoyo a Cristina Fernández de Kirchner’? Andrés Manuel López Obrador (presidente de los Estados Unidos Mexicanos), Gustavo Petro (presidente de la República de Colombia) y Luis Arce (presidente del Estado Plurinacional de Bolivia) manifiestan su ‘más absoluto rechazo ante la injustificable persecución judicial que viene sufriendo la actual vicepresidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner’.
¿Qué opinaría AMLO si hubiera un pronunciamiento similar sobre el encarcelamiento de Jorge Winckler?
¿Qué opinaría Petro si hubiera un pronunciamiento similar sobre el enjuiciamiento a Álvaro Uribe?
¿Qué opinaría Luis Arce si hubiera un pronunciamiento similar sobre el proceso que se le sigue a Jeanine Áñez?
Los tres dirían que se están entrometiendo en cuestiones internas de sus países, y que en sus países el Poder Judicial es independiente y que el Ejecutivo no se entromete en su accionar y que no le corresponde a un mandatario extranjero opinar al respecto, pero sin embargo aquí lo hacen. Eso sí, teniendo la delicadeza de no presentarse como presidentes, sino como simples ‘personas firmantes’.
La gran diferencia es que van acompañados por alguien que no está a la altura del cargo que ejerce, que se encuentra totalmente perdido ante la realidad argentina.
¿Qué pensarían quienes promueven este tipo de declaraciones si, por ejemplo, líderes internacionales sacaran un documento similar en ‘apoyo’ de un representante de la oposición?
Afirman estos mandatarios que la persecución judicial tiene por objetivo ‘sepultar los valores e ideales que representa, con el objetivo final de implantar un modelo neoliberal’.
Sin embargo, quien realizó un ajuste ultra ortodoxo que impacta contra las clase menos pudientes del país ha sido el propio gobierno, quien tras la llegada al Poder Ejecutivo de Sergio Massa sinceró el discurso con las acciones y se reunió con el embajador estadounidense en la residencia del embajador, buscó dar señales claras de cambio en la política económica al ‘círculo rojo’ y aprobó un recorte por $128.000 en áreas tales como Educación, Salud, Transporte u Obras Públicas… recetas que impulsa el modelo neoliberal, y que en Argentina son implementadas por el Gobierno Nac&Pop que integra la propia Cristina Fernández.
Pero de eso no hablan ni Fernández, como presidente de la Nación, ni López Obrador, ni Petro ni Arce, porque para ellos eso sería inmiscuirse en cuestiones internas de otro Estado y ellos respetan el principio no intervención como esperan que se respete en sus propios países.
Los firmantes ‘exigimos que se tomen en cuenta las conclusiones del Informe de la Relatoría Especial de Naciones Unidas de 2019 que cuestionaba la independencia de los magistrados y abogados involucrados en varias de estas causas’, aunque en ella no se menciona ninguna causa judicial en particular, y de hecho no hay referencias a Argentina aunque sí las hay sobre Bolivia y Colombia, por ejemplo, pero de eso nada dicen ninguno de los cuatro. Y culminan afirmando que ‘condenamos rotundamente las estrategias de persecución judicial para eliminar a los contrincantes políticos’.
¿No podrían entenderse así los procesos seguidos contra Uribe o Áñez por ejemplo?
¿Qué saben de la causa judicial López Obrador, Petro o Arce para opinar al respecto?
¿Qué saben sobre el Poder Judicial argentino López Obrador, Petro o Arce para opinar al respecto?
Y Fernández está tan perdido que tampoco está en condiciones de opinar, salvo de su lamentable accionar como presidente.
Lo que han hecho es una manifestación política contraria a lo que fija el derecho internacional y un proceder que ellos repudiarían si mandatarios extranjeros la hicieran sobre sus países.
Pretenden dotar de volumen político y respaldo internacional a una gestión presidencial que deambula a los tumbos y agoniza entre sus ilusiones y sus realidades.
Pretenden cerrar filas por supuesta cercanía ideológica, a menos que ellos también impulsen en sus países medidas neoliberales.
Pretenden inmiscuirse donde no deben. ¿A cambio de qué? No se sabe.
Pero es un esfuerzo infructuoso, de nada influye en el ámbito interno este tipo de comunicados que van en línea con la foto de campaña con mandatarios extranjeros que pretenden exhibir una cercanía solo fotográfica. La capacidad, el liderazgo, el predicamento y demás no se proclaman, se aplican y se ejerce.
No se puede vestir la realidad de una manera diferente a la que es.
El mono, aunque se vista de seda, mono queda.