El factor Agudelo en el declive electoral del grupo político de la Universidad de Medellín

El factor Agudelo en el declive electoral del grupo político de la Universidad de Medellín

Una perspectiva tras los comicios del pasado 27 de octubre en la capital de Antioquia

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
noviembre 07, 2019
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El factor Agudelo en el declive electoral del grupo político de la Universidad de Medellín
Foto: Twitter @IvanAgudeloZ

En las pasadas elecciones regionales el Partido Liberal siguió perdiendo espacio en el mapa político antioqueño. El año pasado, en las elecciones legislativas, los liberales perdieron un representante a la Cámara y dos senadores. En sus resultados a Cámara se evidenció la incapacidad del liberalismo de crecer electoralmente como fuerza política ya que pasó de 232.232 votos en 2014 a 270.672 en 2018, es decir, la lista prácticamente no creció (poco más de 30 mil votos) y la consecuencia fue que se perdió un representante a la Cámara (bajo de 4 a 3) y un candidato con 43.787 votos, el exconcejal de Medellín Carlos Mario Mejía, conocido como el Flaco Mejía, salió quemado (se volvió a quemar el 27 de octubre en su segundo intento de volver al Concejo).

Esa incapacidad de los rojos de crecer se debe a dos circunstancias: la concentración de sus liderazgos en las denominadas “casas” o tendencias; y, la ausencia de líderes que arrastren opinión y le sumen electorado a un partido que no ha conectado con las nuevas generaciones o con una forma no clientelar de hacer política.

Tras las elecciones al Congreso el liberalismo en Antioquia quedó repartido en cinco grandes casas: el equipo liberal de Envigado; el liberalismo de Bello; el equipo de la Universidad de Medellín; Renovación Liberal y el grupo del liberalismo socialdemócrata. También persistía el denominado “guerrismo” que desde 2008 se aferraba a la curul en el Concejo de Medellín de Bernardo Alejandro Guerra (quemado el pasado 27 de octubre). A eso se reduce el partido liberal, un mosaico de casas o empresas electorales que coyunturalmente se articulan y que reproduce a la perfección las lógicas de los pequeños cacicazgos tan propios del voto preferente.

Tres casas se graduaron como las más fuertes: el liberalismo de Envigado, Renovación Liberal (liderada por el cuestionado senador Julián Bedoya) y el grupo de la Universidad de Medellín que logró, tras aliarse con los liberales de Bello y Envigado, dar el salto de la Cámara al Senado en cabeza de Iván Darío Agudelo que sacó 53.597 votos en Antioquia. Así, el equipo liderado por el mandamás de la UdeM, el rector Néstor Hincapié Vargas, terminó de configurar su arquitectura de poder: en Medellín con la concejal Aura Marleny Arcila (concejal desde 2004), en la Asamblea con Hernán Torres (36.050 votos en 2015) y el en Senado con Agudelo (67.457 votos a nivel nacional).

Paradójicamente, la llegada de Agudelo al Senado profundizó las fisuras con Hincapié y a mediados de 2018 el electo senador decidió armar rancho aparte. Montó un grupo (una nueva casa) al que llegaron ilustres quemados (como el exsenador Luis Fernando Duque) y se desligó de Arcila y Torres. Por primera vez, en casi una década, el grupo político de la Universidad de Medellín se quedó sin congresista propio. El deslinde de Agudelo también supuso un reto para Hincapié porque algunos de sus líderes se fueron con el senador. Agudelo tampoco la tendrá fácil porque la base electoral que lo llevó al Senado es el resultado de una estructura electoral sustentada en un complejo y cuestionado entramado de relaciones clientelares coordinadas desde la misma Universidad de Medellín (de ahí el nombre de ese equipo político).

Para las elecciones regionales del pasado 27 de octubre los antiguos aliados se midieron el pulso: Hincapié ratificando a Torres a la Asamblea (se quemó con 24.670 votos) y a Arcila en el Concejo (llegó raspando) a la vez que apoyó a Alfredo Ramos a la Alcaldía. Por el contrario, Agudelo se quemó con su apuesta Concejo (8.322 votos) y ganó con Rubén Callejas a la Asamblea, también terminó favorecido con la victoria de Daniel Quintero dada su cercanía personal con el nuevo alcalde de la ciudad (fue el único político tradicional al que Quintero montó en la tribuna la noche de su victoria).

El verdadero pulso entre estos antiguos aliados se medirá en las próximas elecciones legislativas de 2022. Se demostrará en la capacidad que tenga el equipo de la Universidad de Medellín para sobreponerse a su derrota en la Asamblea, establecer alianzas con otros sectores liberales; por ejemplo, el de Renovación Liberal del cual se ha especulado es cercano (de ahí es escándalo en la expedición de la tarjeta profesional de Julián Bedoya) y así lograr detener la progresiva reducción de su caudal electoral. Asimismo, se podrá reconocer la capacidad de Iván Agudelo para construir un equipo, integrar sectores electoralmente reducidos a sus toldas y convertirse en un gamonal por cuenta propia. ¿Lo logrará? Al fin de cuentas, en los mentideros políticos de Medellín se dice que su ruptura con Hincapié se debió a su negativa a subordinarse. Al llegar al Senado, ya Agudelo era jefe.

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