Al parecer el gobernador y los alcaldes municipales, no le han dado el tratamiento al tema de la protección de los pueblos indígenas en el departamento de Arauca. Es una historia en la cual se han pasado por alto sentencias de la Corte Constitucional y han preferido hacer uso indebido de los dineros de estos pueblos indígenas por no tocar los dineros destinados a la población desplazada para otras obras, incluyendo gastos administrativos y ornato.
Si bien el tema de los indígenas es indiferente para muchos de los araucanos, para otros, los que si estamos pendiente de los temas de derechos humanos, da dolor como no se está evitando el exterminio real de los pueblos Sikuani, Betoy y Macaguán, los cuales en total superan en 7.500 personas, seres humanos cuya dignidad ha sido maltratado por el manejo inapropiado por parte de las secretarías de Planeación y junto a ellos gobierno y hacienda. Puedo estar haciendo declaraciones temerarias sobre el destino de los mismos, pero la realidad es que los datos en atención a esta población ha sido nula, y la mayoría han sido el manejo de recursos de Organizaciones No Gubernamentales que trabajan con recursos bien sea de fondos y programas de Naciones Unidad, Unión Europea o de Cooperación Internacional en general, mientras los recursos del Estado Colombiano y de los verdaderos araucanos se van para aquellos que dicen ser adminitradores y quedan reflejados en reparaciones a edificaciones o programas que no tienen relación con los objetivos reflejados por el Auto 382 y la Sentencia T-025.
El exterminio, no me lo estoy inventando para desprestigiar a las administraciones departamentales y municipales a quienes se les hace la exhortación a detenerla, sino que es algo real que se ha venido presentando otrora y que en 2004, en las épocas de la nefasta seguridad democrática, se evidenció por los excesos de violencia por parte de todos, sin excepción, de los actores en conflicto. Durante esa política nefasta, que favoreció a unos grupos económicos, líderes de las Etnias Sikuani, Macaguán y Betoy, fueron asesinados y los demás miembros desaparecidos, por tal razón el silencio. ¿Algún medio de comunicación dijo algo? No. En radio todo estaba bien con la seguridad, pero de unos cuántos, mientras los verdaderos araucanos morían en las tan sonadas pampas que tanto hablan las canciones vernáculas de llano.
A la fecha, los dineros de los indígenas se han implementado en obras absurdas, baños que no están en su cosmovisión, ropa que no van a usar, domicilios mediocres y lo peor, que algunos de los secretarios de Planeación de los municipios involucrados en la sentencia como los son Arauca y Tame, conocen del tema y con cierto nivel de dolo no han omitido esto, a tal punto de decirlo con tal descaro que los que desconocemos del tema somos los que lo vivimos a diario. Es que no hay avances reales en los temas complejos como educación, política de género.
Espero que la indolencia con los verdaderos araucanos, nuestro indígenas, no queden en el simple comentario: “Era preferible Arreglar las Fachadas de los Edificios, que podemos verlos y no en los indígenas que se la malgastan”, esperemos que esto no sea una sentencia de exterminio a los indígenas, los verdaderos araucanos.