Fotos y video: Isabella Bernal
En medio de las cabezas de un grupo de mujeres entaconadas vestidas con jean y chaqueta, entre ellas la primera dama María Clemencia de Santos, busqué el peinado tipo medusa de Óscar Murillo que antes de conocerlo me hacía pensar: “Hasta en el peinado se quiere parecer a Basquiat”. El controvertido artista llegó a Bogotá sin avisar. Su objetivo era iniciar el proyecto School Project- Proyecto Escolar Multinacional- que se replicará en Alemania, Estados Unidos, Israel, México, Etiopía y Nepal.
Las gotas de lluvia le mojaban las pecas mientras el cotizado artista le concedía fotos y autógrafos a unas niñas que no se imaginan que este moreno de 27 años se codea en Europa con el protagonista de Titanic, Leonardo Di Caprio quien compró un cuadro suyo por 800 millones de pesos el mes pasado.
Murillo se me presentó con una gorra azul de visera recta y un marcado acento valluno. Su sencillez de inmediato desarmó mis prejuicios. “Mucho gusto, Óscar”, me dijo mientras atravesábamos la cancha del colegio Menorah en el centro de Bogotá. Una romería de mujeres se movían a su alrededor hasta el primero de los veinte salones destinados para el trabajo. En el suelo esperaban doblados varios metros de lienzo. Murillo se arrodilló sin importar si se ensuciaba, extendió la pesada tela y la cortó en rectángulos iguales con una tijera de papel –esas que piden en las listas escolares sin mucho filo y punta redonda-. Los rasgó sin complicación mientras las señoras se miraban entre ellas sonriendo con cara de admiración y tomaban fotos con sus Iphones.
Murillo se siente más mortal que ellas. Para él su fama la han creado los medios de comunicación por eso “lo único que importa es trabajar”. De un morral Jansport sacó una cosedora y una cajita de ganchos metálicos, sus herramientas para forrar 200 pupitres que durante seis meses serán el lugar de inspiración de estas niñas bogotanas. Dibujos, rayones, derrames, manchones y hasta mensajes de amor quedaran plasmados en estos retazos que se convertirán en el próximo proyecto del artista quien luego las intervendrá en su estudio de Londres para crear una obra que será exhibida y subastada en Colombia.
Vea el vídeo de la visita al colegio Menorah y una breve entrevista sobre los cuestionamientos a su repentina fama en el mundo del arte:
Las asistentes que fueron convocadas para ayudar con la tarea, sólo miraban con cara de sorpresa. Óscar no les exigió porque conserva la sencillez que heredó de su pueblo natal en el Valle del Cauca. A los 10 años salió de La Paila rumbo a Londres con sus padres, donde llegó a limpiar baños mientras cursaba una beca en artes plásticas en la Universidad de Westminister.
Murillo empieza a engrapar las telas sobre los escritorios. Pensé que vería más color o alguna muestra de su arte abstracto y figurativo pero lo único que hay es un ejercicio mecánico y repetitivo. El arte de Murillo es creado en el día a día, una mezcla de materiales, sentimientos y estados de ánimos. Para muchos son simples garabatos que podrían ser hechos por cualquier niño. Precisamente por eso son ellos los creadores de su próxima obra pues como me dice “No tienen la mente contaminada”.
Aida Furmanski gestora de la Fundación Menorah y gerente de Artesanías de Colombia le pregunta mientras mide con un metro el pedazo de lienzo:
–¿Que quieres almorzar?, ¿una hamburguesa, una ensalada? Por la pregunta asumo que el pedido será del Corral.
–Ensalada está bien.
–¿ Y de tomar?
–Agüita, gracias.
Lo veo trabajar y pienso que tal vez no esté imitando a nadie, hace lo que le gusta. Pero no deja de sorprenderme que hace dos años lavara baños en Londres y hoy sea uno de los artistas más costosos de Colombia por encima de Alejandro Obregón y comercialmente en el mismo nivel de Fernando Botero y Doris Salcedo.