Los departamentos pertenecientes a la denominada RAPE (Región Administrativa de Planificación Especial) son la despensa histórica de alimentos para la capital del país. Lo anterior no es un secreto. Conformada por Tolima, Boyacá, Cundinamarca y Meta, además de la ciudad de Bogotá, la RAPE aporta el 41% del PIB nacional.
En su primera convención gremial, realizada el pasado viernes 20 de octubre, uno de los aspectos por fuera de su agenda fue la creciente migración de jóvenes, de los departamentos que la conforman a la principal ciudad del país.
Boyacá, junto con Cundinamarca, son los departamentos que más aportan a esta dolorosa cifra. En el caso del departamento cuna de la independencia, el vertiginoso ascenso de las importaciones de alimentos sumado a una política deficiente de estimulo productivo al agro ha traído como consecuencia la nula rentabilidad, para los campesinos locales, de la siembra de productos agrícolas.
Los jóvenes campesinos boyacenses son quienes más han sufrido las consecuencias de esta crisis de los cultivadores agrícolas. Esa ha sido la razón principal por la que han terminado optando por migrar, en condiciones muchas veces precarias, a Bogotá en busca de oportunidades.
La fría estadística parece prender todavía más las alarmas al respecto: la migración de jóvenes boyacenses, entre 2010 y 2015, corresponde al 30 % de la migración total de jóvenes en el país (Dane, 2016). Y hay más: A nivel nacional el desempleo juvenil llega al 20,50 %, comparado al 22,70 % del departamento de Boyacá.
La solución está a la vuelta de la esquina: estimular la exportación de productos agrícolas al exterior para dinamizar la economía departamental, generando nuevos y mejores puestos de trabajo, y nuevas oportunidades, para los jóvenes de una de las regiones más cautivantes y acogedoras del país.