Un éxodo de altos funcionarios del gobierno afgano tuvo lugar días previos a la toma talibana de la capital Kabul, el pasado 15 de agosto. Muchos tramitaron sus visas con antelación porque sabían lo que se venía. Con destinos mayoritariamente europeos, el gabinete ministerial del gobierno caído de Ashraf Ghani, hoy exiliado en Tayikistan, lo dejaron todo en su natal Afganistán y hoy estrenan vidas y trabajos, muy distantes a sus trabajos de despacho como altos funcionarios. Sin embargo, algunos no han podido escapar.
La historia de Sayed Sadaat, quien era ministro de comunicaciones desde 2018 y quien renunció en 2020 al gabinete de Ghani, ha llamado la atención en los medios de comunicación alemanes. A diferencia de muchos de sus colegas, Sadaat renunció en el 2020, según él, porque estaba harto de la corrupción dentro del gobierno y encontró trabajo como consultor en el sector de las telecomunicaciones en el Reino Unido a donde no pudo aterrizar por la pandemia.
El exministro de 49 años quedó varado en Alemania y comenzó su trabajo como repartidor de comida a domicilio. Lo han entrevistado varias veces y ha dicho: “No me avergüenzo de mi trabajo y no me siento inferior. No creo que los afganos se avergüencen de tener un exministro trabajando, pero sí estarían avergonzados si recibiera dinero social”. El exministro trabaja una jornada de seis horas de lunes a viernes, de mediodía hasta las 10 de la noche, incluyendo el fin de semana.
La población afgana es la segunda comunidad migrante en Alemania más grande después de los sirios. Anualmente, dicho país recibe alrededor de 50 mil solicitudes de asilo desde Afganistán y, con la llegada de los talibanes al poder, se espera que dicha cifra suba.
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