Vivimos en una sociedad que magnifica y justifica el fin por cualquier medio. Para la muestra, se endiosan a los personajes que consiguen dinero fácil. De hecho, aquí el protagonismo social se ha convertido en conseguir rápido mucho dinero y al precio que sea; una carrera por tener y tener mucho, poniendo en juego la dignidad, y omitiendo el esfuerzo verdadero por conseguir el éxito de una manera correcta.
¿Hasta qué punto valora la sociedad en general el día de hoy el éxito logrado a un alto precio de sacrificio y entrega? Lo importante ahora es tener y ser "alguien" cuanto antes, lo más rápido, así tengas que hacer lo que sea (como en las narconovelas, cuyos personajes mandan un mensaje nefasto a los jóvenes, solo por citar un ejemplo).
Nuestro posicionamiento social se da de acuerdo a lo que poseemos y cada día parece que aquellos valores familiares que ya parecen de antaño desaparecen paralelamente con el deseo de ambición. Ya no parece importar cómo consigues las cosas y es precisamente de lo que quiero hablar.
Quiero comenzar reconociendo que somos un país violento, es nuestra carga histórica, a esto nos enfrentamos y es un reto que debemos asumir. Nos matamos entre nosotros y tenemos una violencia demencial heredada (la cual está llena de odios, diferencias sociales y políticas).
Vivimos en un país dividido y en nuestras manos está el cambio. Y si bien no es nuestra culpa haber heredado esto, sí el hecho de no hacer algo para cambiarlo. Ahora bien, el punto de partida en el aporte social que debe realizar cada ciudadano es desde el núcleo familiar.
Como primera medida hay que fortalecer el respeto, dando el ejemplo en nuestros hogares de buen comportamiento, fundamental para que los miembros de la familia sigan unos parámetros correctos para vivir en sociedad.
A todos los que tenemos familia e hijos construyamos desde ya en nuestras casas lo que se quiere para una sociedad. Debemos enseñarles a nuestros hijos el valor del esfuerzo, a ser premiados por los actos de demostración de entrega y trabajo, a amar su entorno, a no botar basura en la calle, a quitarse eso de que a "papaya puesta papaya partida", etc. Ese oportunismo de pasar por encima de los demás para figurar y sacar alguna ventaja no es la manera correcta de armonizar la sociedad.
Además, debemos enseñarles a amar nuestro país, a respetar los símbolos patrios, la institucionalidad y a las fuerzas armadas (que preservan nuestra democracia, arriesgando sus vidas), a conocer la historia de lucha por la democracia en el país, a no romper la paz de los demás (ese es un derecho que tenemos todos), y a respetar al vecino, al familiar y al amigo que piensa diferente.
También, enseñémosles a debatir con ideas y argumentos, no con violencia y destrucción. Vamos a aprender todos a pedir perdón, a reconocer lo que está mal y a reconciliarnos. Esto debe ser algo continuo y cíclico en cada hogar, nuestro principal adversario está dentro de nosotros mismos.
Esto es un llamado a la reflexión al interior de los hogares. Nuestros niños merecen ser felices y crecer con una buena orientación, contribuyamos a cultivar los valores de respeto, la tolerancia y la honestidad, así construimos el futuro de nuestro país desde la paz y la responsabilidad. De esta manera todo es posible.
Aceptar que todos somos diferentes sin que esto nos genere inconformidad es el ejercicio que hay que hacer diariamente: poder decirle a la otra persona te acepto como eres y aunque no estoy de acuerdo contigo pienso que podemos llegar a concertar ideas sin agredirnos.
Démosle valor a lo que en realidad lo tiene y dejemos de lado lo banal, evitémosle a nuestros hijos el camino más corto y fácil, esto hace parte de su formación.
Es decirles a temprana edad todo lo real y significativo en la vida se consigue con esfuerzo, así se construye el éxito y nunca de una manera fácil, fraudulenta y mucho menos violenta.
