Como si un fantasma se hubiera paseado por estos últimos tres años en el edificio Alfonso López Michelsen de la Gobernación del Cesar. De esa forma puedo resumir la administración de Francisco Ovalle Angarita como mandatario. Un señor que no se sintió, pero que como punto positivo no quebró al departamento; sin embargo, lo estancó. Desde lo que pudo “hacer” Monsalvo en su momento no se avanzó en más nada, fue un triste período donde el Cesar nuevamente tomó una siesta.
Más allá de las reamañadas cifras y estadísticas que suelen inventarse nuestros dirigentes para respaldar gestiones imaginarias (Como la presidencia de Guaidó) el ambiente que este señor dejó entre la población fue de duda, como un sin sabor, tal vez por venir apoyado por la casa política dueña del Cesar y teniendo un antecesor como Luís “obras inconclusas” Monsalvo, quien para el parecer general puso la vara alta, se esperaba más acción y trabajo, pero nos encontramos con un señor que llegó a su oficina solamente a firmar y conceder lo necesario para que el departamento no se cayera.
Fue la apuesta de una familia para mantenerse en el poder un período más (¿dictadura? ¿dónde?) y lo consiguieron con este pobre individuo. Pero la duda se presenta respecto a ¿qué papel iba a cumplir Franco para quienes lo pusieron? Representaría a un líder laborioso, que concluye y hace varias obras en su departamento (aunque no las termine) con la idea de consolidar el nombre de la casa que representa y la gente no dudará que en las siguientes elecciones votarían por el que digan los Gnecco o haría el papel de un tipo confundido, que no sabe lo que hace, permanecería desaparecido y reaparecería de vez en cuando al momento de que llegara una personalidad, como para que en el Cesar se acuerden que tienen gobernador, de momentos, pero lo tienen.
Todos sabemos que al final tomó la segunda opción, pienso que ese fue el proceder y las órdenes dictadas por sus caciques políticos. Se le abona a Franco que hizo muy bien su tarea y de seguro complació a sus jefes.
Con el ambiente marcado por Franco, llegó nuevamente Luís “obras inconclusas” Monsalvo a mostrarse como el salvador y redentor del Cesar, tan es así que finalmente logró una astronómica victoria, desde que se postuló ya se sabía que la gobernación había sido conquistada y la misma familia logró quedarse con el poder una vez más de forma consecutiva (dictadura ¿dónde?)
Es una de esas personas que amanece con el deseo de querer algo y simplemente lo consigue, así, de seguro una mañana al despertarse en Valledupar, Luís sintió otra vez el capricho de ser gobernador y en consecuencia se postuló, teniendo de antemano la conquista a su alcance.
Lo mejor fue que el todopoderoso llegó cortando rabo y oreja a todo lo que fuera Franco, se queja de sus obras, que sí hizo, que no hizo, ese señor llegó molesto y recriminando hasta por los codos, al punto de meterse con la gestión del pelele de alcalde que tuvo Valledupar.
Pobre Franco, es atacado y tratado de inútil e incapaz, cuando él simplemente siguió un libreto que le impusieron. El nuevo está quedando como el transformador y aquel como un don nadie.
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