Nuevamente celebramos el 12 de octubre como el descubrimiento de América.
Mucha tinta ha corrido a lo largo de más de quinientos años, haciendo diversas interpretaciones sobre qué fue lo que pasó exactamente. Si fue un encuentro de dos mundos o si fue la imposición de un imperio (el español) sobre unas culturas aborígenes que también tenían sus propios imperios. En fin, todo un debate academicista que no ha conducido a nada concreto.
Sin embargo, al margen de este discusión ya va siendo hora de que América, tanto española como portuguesa, mire hacia el futuro como una sola nación con su propia identidad, similar a la de los Estados Unidos. Es decir, una sola nación con una misma lengua, religión y cultura.
Para ello es necesario una nueva independencia de las eternas oligarquías, lacayas del imperio gringo, que han gobernado a estas naciones desde la colonia. También, el surgimiento de nuevos gobiernos populares sin pretensiones ideológicas que hagan realidad una nueva nación desde México hasta la Argentina. Así podremos celebrar el descubrimiento de una nueva nación alternativa a las hegemonías que gobiernan el mundo.