¿El Estado somos todos?

¿El Estado somos todos?

Este tipo de organización política no siempre ha existido. Según Lenin, solo apareció en tanto se comenzó a dividir la sociedad en clases. Una mirada

Por: Mateo Posada Cardona
abril 14, 2020
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¿El Estado somos todos?
Foto: Leonel Cordero / Las2orillas

Cuestión tan básica y fundamental en política y en toda la vida social es la del Estado. La vemos tanto en los medios tradicionales como en las redes. Se oye mentar entre la gente, tanto en tiempos pacíficos como en los complejos actuales. Por televisión, los políticos señalan las virtudes que tiene el Estado, sus logros, sin los cuales no podríamos vivir, y por los cuales deberíamos estar muy agradecidos.

¿Qué es el Estado? ¿De dónde viene? ¿Para qué sirve? Son preguntas que los intelectuales deberían plantearse, a fin de entender plenamente esta cuestión y poder explicarla a la gente del común; que se entienda su verdadera significación y no traguemos entero el discurso institucional y politiquero que se nos vende a diario, aquello tan sublime y extraordinario que es el Estado.

El filósofo, teórico y líder soviético Vladimir Ilyich Lenin, en su texto Acerca del Estado [1], nos da luces frente a esta cuestión. En una conferencia sobre este tema, por allá en 1919, Lenin explicaba a los estudiantes de la universidad de Sverdlov que los filósofos burgueses se habían encargado, en parte, de hacer la cuestión del Estado un asunto inaccesible para la gente, debido a que estaba impregnado de teorías complejas, abstractas y religiosas. Hacían ver al Estado como algo extrahumano, una fuerza externa de los individuos, gracias a la cual ha vivido la humanidad. Teorías que le venían grandiosas al dominio de la clase burguesa, la dominante, porque le servía (o le ha servido) para justificar la explotación y el dominio del capital sobre toda la vida humana. Así que, para poder hacer más comprensible la cuestión del Estado y sin por ello dejar de estudiarla de una forma científica, hay que analizar el problema desde una mirada histórica, esto es, contemplar al Estado en las diferentes etapas de la historia, en su desarrollo hasta hoy, la era del capital.

El Estado no siempre existió

Brevemente, partamos de que el Estado no siempre ha existido. Nos dice Lenin que el Estado solo apareció en tanto se comenzó a dividir la sociedad en clases. Antes de ello, existía una suerte de comunidad primitiva, en la que la gente vivía en tribus o clanes. Quienes tenían el poder eran los jefes (que, de otra parte, podían ser mujeres o hombres) de las tribus; la sociedad, la disciplina y la organización del trabajo se sostenían en las costumbres, el prestigio, el respeto y el poder del que gozaban los jefes. No existía un aparato integrado por un grupo especializado de personas que, con fines de gobierno, lo usaran para someter a otros a través de la violencia y la coerción. Los destacamentos militares, las cárceles y demás medios de coerción, que constituyen la esencia del Estado, su columna vertebral, no existían.

El Estado en las diferentes etapas de la historia

Como se decía anteriormente, el Estado surgió solo en tanto la sociedad se dividió en clases. En tanto unos podían someter a otros, explotarlos y apropiarse de su trabajo a través de un aparato de coerción. En general, estas etapas fueron:

- Esclavismo: Esclavos y esclavistas como primera división de la sociedad en clases. Los segundos poseían todos los medios de producción (la tierra, los instrumentos de trabajo, etc.) y, además de ello, también poseían humanos. Sólo cuando la explotación de la tierra, por parte de cierta clase de personas, pudo producir un sobrante (que no era absolutamente indispensable para la existencia), pudo surgir otra clase de personas que, a través de un aparato de coerción, se apropiaban de ese sobrante y, consolidaba así, la división entre esclavos y esclavistas. Este Estado intentaba tomar muchas formas: monarquía, aristocracia, democracia, república. Pero, en esencia era esclavista, por cuanto los esclavos no se consideraban ciudadanos ni tenían derechos, eran solo una suerte de objeto.

 - Feudalismo: Al cambiar la forma de explotación de la naturaleza, surgió el Estado feudal. En este reinaba la sujeción del campesino a la tierra. La única diferencia del campesino frente al esclavo es que aquel no era propiedad directa del terrateniente. El campesino podía explotar cierto tiempo su parcela para sí mismo (podía pertenecerse, en cierto grado, a sí mismo), pero el resto del tiempo debía explotarla para su señor, el dueño de la tierra, quien gozaba de todos los derechos que no el campesino.

 - Capitalismo: El desarrollo del comercio y la industria hizo surgir la nueva clase de los capitalistas. Esta transformación histórica ya le planteaba a la sociedad que todos fueran “iguales” ante la ley; que daba lo mismo si tuviese tierras y patrimonio que si tuviese solamente de patrimonio la fuerza de sus brazos. Llega enarbolando la bandera de la libertad del pueblo, y dice que representa la voluntad de todo el pueblo; dice no ser un Estado de clase proclamando numerosas doctrinas que, por lo demás, son complicadas y nublan por completo lo que en realidad es: el Estado de la propiedad privada (de los medios de producción). Ahora el campesino y el trabajador, aparentemente, no pertenecen a nadie, tienen numerosos derechos como el de votar. Pero se olvida algo importante: están totalmente desposeídos (de medios de producción). No tienen más que la fuerza de trabajo. Así, el capital engendra una masa grandiosa de riqueza material y cultural de un lado, y de otro una masa de miserables desposeídos. Por más democrático que se proclame, por más que se le permita a los desposeídos votar, en esencia, el Estado capitalista es un aparato que defiende, a través de los medios de coerción y violencia, la propiedad privada, esto es, quienes son dueños de grandes medios de producción propios de esta época y que, a través de estos, se apropian de lo producido por la masa desposeída.

Por lo tanto, siguiendo a Lenin, el Estado es una máquina que sirve para mantener el dominio de una clase sobre la otra. Sus formas pueden variar: república, democracia, monarquía, aristocracia. Pero, en la práctica, son formas para dotar de derechos a unos y someter a otros. Sometimiento para nada abstracto, sino que se expresa en la dependencia del esclavo a los designios del amo, la sujeción del campesino a una tierra que no es suya y la dependencia del trabajador a su fuerza de trabajo, y a los designios de una nueva fuerza que se erige ante él: el capital.

El Estado colombiano

No se pretende profundizar aquí todo lo que constituye el Estado en Colombia, ni explicarlo. Simplemente ver cómo podemos evidenciar brevemente todo lo anterior en la actualidad colombiana.

Según la vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, las fuerzas militares y de policía son el musculo vital del Estado, el eje de la democracia[2]. Sorprendentemente, resume en unas pocas líneas lo que hemos tratado de explicar anteriormente. Los mismos representantes (nefastos como ella) del Estado colombiano lo saben. No se puede defender la “democracia” sin tener a disposición un aparato coercitivo a través del cual se pueda someter la voluntad de los otros.

Pero, ¿cuál ha sido esa democracia de la cual se ufanan tanto los representantes del Estado? Usemos como ejemplo la situación actual de la pandemia del COVID-19. La llegada inminente de la pandemia a Colombia alertó a toda la gente a tomar medidas, estuvieran dadas por el gobierno o no. Tanto que se realizaron cacerolazos en diferentes lugares por la ineficiencia del gobierno a la hora de tomar medidas contra el virus[3]. Mientras que, por otro lado, la vice y los representantes de la burguesía colombiana (ANDI, FENALCO, etc.) se reunían para decir que las medidas de toque de queda y restricciones a la movilidad no estaban en consonancia con las necesidades del país[4]. ¿Realmente el Estado quiere protegernos? O, más bien ¿A quién y qué quería proteger? ¿Qué quiere dejar intacto, la fortuna de los más ricos disfrazada de necesidades del país?

De otra parte, surgió en el debate público el asunto con los trabajadores informales. 47% de los trabajadores en Colombia se encuentran en condición de informalidad[5]. Por lo que la cuarentena, como ya se ha dicho mucho por ahí, implicaría que estos dejen de percibir dinero. Tan desposeídos están que si dejan de trabajar se mueren de hambre. Este asunto, que de alguna manera debe gestionar el Estado, se “cubrió” a través del llamado “ingreso solidario”, el cual resultó con grandísimas irregularidades y hasta un posible fraude estatal[6]. ¿Realmente el Estado quiere solucionar la situación de los informales? ¿No será, más bien, que los informales necesitan estabilidad y garantías laborales en vez de un mercado? Pero si la gente se lanza a la calle a exigirle al Estado estas garantías, la respuesta son los medios de coerción de los que tanto hablábamos, encarnados en el ESMAD[7]. Incluso, respuestas similares de aquellos Estados que supuestamente son del pueblo y para el pueblo[8].

Después de esto, como algunos dicen, se avecina una fuerte crisis económica[9]. La solución que el Estado le quiere dar a esta crisis es una nueva reforma tributaria[10]. Seguramente, como la reforma tributaria pasada que le regalará 9,4 billones a las grandes empresas[11], la próxima aumentará la carga de impuestos a los trabajadores y, con ello, profundizará la desigualdad, haciendo a unos cada vez más ricos y a otros cada vez más pobres, más desposeídos.

No se trata entonces, como se dice por ahí, de que el Estado somos todos, que todos podemos participar del futuro del país, que da igual si se es rico o si se es pobre. Parece que no funciona tan bonito como en los medios se quiere mostrar. La “democracia” que aquí vemos es el poder de unos pocos contra una gran mayoría. Poder que se hace valer a través de la violencia y demás medios de coerción, como el peso de la ley. Tampoco se trata de ser una “anarquista internacional” o un “rebelde sin causa” por tomar una posición crítica frente al Estado. Es necesario, para vivir en una sociedad realmente democrática, que el Estado esté realmente al servicio de las grandes mayorías, que el progreso y el desarrollo sea, realmente en la práctica, para las grandes mayorías. Solo así se nos abre para todos el camino al verdadero poder del pueblo y, por qué no, al establecimiento de una sociedad sin clases, en la cual unos no tengan por qué someter a los otros a través de la violencia, ni vivir a costa del trabajo ajeno.

[1] Ilyich Lenin, V., 1961. Obras Escogidas En Tres Tomos. 1ª ed. Moscú: Editorial Progreso, pp.258-274.

[2] "Nuestras Fuerzas Militares y de Policía son el eje de la democracia. Son el músculo vital del Estado Colombiano. Gracias a ellas nuestra Nación ha logrado enfrentar a los criminales y terroristas y hemos fortalecido la democracia a pesar de las amenazas externas":Marta Lucía Ramírez

[3] Cacerolazo contra Duque por medidas para contener el coronavirus

[4] Gremios y vicepresidenta criticaron medidas de alcaldes frente al covid-19

[5] Empleo formal y seguridad social. Información diciembre 2019 - febrero 2020

[6] Vicepresidente del Senado pide que se investigue “fraude” en el Ingreso Solidario

[7] Una noticia falsa causó las fuertes protestas por comida en Pereira

[8] GN disparó a indígenas Wayúu que clamaban por comida, medicinas y agua

[9] La Economía en Tiempos del Coronavirus (COVID-19) - Gilberto Tobón Sanín

[10] Pandemia abre puerta a nueva reforma tributaria

[11] Reforma tributaria: ¿Favorable para quién?

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