Las EPS son un fiasco, el régimen pensional es un fiasco, la legislación laboral es un fiasco, la normas que rigen la política son un fiasco, la paz es un fiasco; así que lo que se llama el Estado Social, un conjunto de normas e instituciones que deberían garantizar la salud, el trabajo, la democracia y la paz, es un fiasco. La definición de fiasco: desengaño o resultado adverso en una cosa que se esperaba sucediese bien.
Ninguna de esas cosas está saliendo bien. La razón de fondo fue que se diseñaron para el sector formal de la sociedad, para personas con educación, con empleo estable, respetuosas de la ley, celosas de sus derechos políticos, y ese sector es hoy menos de la mitad del país, porque ni la actividad económica, ni el sector privado, ni el mundo político, ni el Estado, ajustaron sus normas e instituciones para incorporar a ellas ese país marginado, que ha sobrevivido malamente a punta de subsidios.
A pesar de que los seres humanos se resisten al cambio como un gato patas arriba, porque pesa más el temor a lo desconocido que las carencias del presente, hay que reconocer el valor del gobierno al proponer cambios sustanciales en todos esos campos y de una sola vez para que sea un solo dolor. Hay que reconocer también que hay mucho de improvisación en su presentación y que un observador perspicaz podría decir que se han presentado así para que sean enriquecidos en el debate público y parlamentario, manteniendo unas líneas rojas, que es lo que en la práctica ha venido sucediendo. Es su manera de matar pulgas. El gobierno no es de un año sino de cuatro y asuntos tan delicados hay que debatirlos con calma. La coalición del Pacto Histórico y la coalición de gobierno no se van a acabar, sino fortalecer por sus debates internos y el debate público.
_______________________________________________________________________________
El debate sobre la importancia de mantener las EPS, esconde la magnitud de su fracaso
_______________________________________________________________________________
Para analizar solo la reforma al Sistema de Salud, el solo hecho de que haya diferentes proyectos de reforma que deben ser integrados en uno solo, incluyendo dos de partidos de oposición, indica que el proyecto final será acordado y muy diferente del gubernamental. El debate sobre la importancia de mantener las EPS, que en principio fue un modelo diseñado para suplir la incapacidad del Estado para manejar el aseguramiento en salud que aún se mantiene, esconde la magnitud de su fracaso. De las que sobreviven, en los últimos seis años se han liquidado 13, hay 16 en proceso de liquidación y 10 a punto de ser intervenidas. Han sido una debacle administrativa, bien sea porque la unidad de capitación (lo que reciben por afiliado) no fue suficiente para pagar su administración o sus servicios, estranguladas por el propio Estado, por mala administración o por simple corrupción. Tiene razón el Presidente Petro cuando dice que la mejor manera de acabarlas es dejarlas como están. Así que hay que reformarlas, modernizar su administración, evitar su integración vertical y someterlas a una severa auditoria pues después de todo manejan recursos públicos. Nadie con sentido común se opondría a que ello sucediera.
Ha sido interesante y constructivo el debate interno de la coalición de gobierno, que ya le costó el puesto al Ministro de Educación, tan conocedor del sistema de salud pero tan imprudente en el manejo de sus críticas; y el debate público orientado por gente vinculada al sector salud que conoce los temas, que no son solo el destino de las EPS sino también las condiciones precarias en que funciona el personal del sector, y sobre todo, el hecho de que el gran cubrimiento poblacional de éste, que llega al 98 %, esconde la mala calidad de los servicios, los largos tiempos de espera , su burocratización y su concentración territorial.
Todo el mundo de acuerdo en que hay que mejorar la atención primaria en salud, que es un tema muy diferente del de la prevención de enfermedades, especialmente en el sector rural. No parece nada práctica la idea del médico familiar; parecería más conducente que sea la familia la que visite al médico en un centro de atención primaria, cerca de su casa, como sucede en Inglaterra, por ejemplo, sin que se vulnere el derecho de las personas a escoger su propia aseguradora. Y es necesario dignificar la profesión de las personas vinculadas al sector agobiadas por exceso de trabajo, malos salarios e inestabilidad en sus contratos. Difícil eso sí, creer que todo aquello no deba tramitarse como ley estatutaria. Tramitarlo como ley ordinaria podría viciar el proceso irremediablemente. Pero doctores tiene la Santa Madre Iglesia, quienes casi nunca pagan los platos rotos.
Lo que queda claro después de semejante batiburrillo es que es necesario y urgente reformar el sistema de salud en Colombia, que el gobierno ha tomado la iniciativa de hacerlo y que ya hay muchos puntos de acuerdo sobre cómo debe mejorarse. ¿Si eso no es un triunfo político, que mejora el Estado Social, qué lo será?
