El 8 de febrero de este año se cumplirán 29 años de la promulgación de la Ley General de Educación o Ley 115 de 1994, norma encargada de regular todo lo relativo a la educación en Colombia en los niveles de preescolar, básica y media.
A través de esta normativa, el Estado desarrolla los principios que en materia de educación fueron señalados por la Constitución Política de 1991, en especial lo relativo al desarrollo del Estado Social de Derecho. Es así como la norma en mención señala de manera taxativa:
La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes.
La presente ley señala las normas generales para regular el Servicio Público de la Educación que cumple una función social acorde con las necesidades e intereses de las personas, de la familia y de la sociedad. Se fundamenta en los principios de la Constitución Política sobre el derecho a la educación que tiene toda persona, en las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra y en su carácter de servicio público.
De conformidad con el artículo 67 de la Constitución Política, define y desarrolla la organización y la prestación de la educación formal en sus niveles Preescolar, Básica (primaria y secundaria) y Media, no formal e informal, dirigida a niños y jóvenes en edad escolar, a adultos, a campesinos, a grupos étnicos, a personas con limitaciones físicas, sensoriales y psíquicas, con capacidades excepcionales, y a personas que requieran rehabilitación social.
En estos días, cuando los niños y adolescentes colombianos regresan a las aulas de clase, el Estado sigue en deuda con ellos, fundamentalmente con aquellos de los estratos 1,2 y 3, debido que no se cumple lo que desde 1994 la Ley General de Educación estableció en su artículo 18:
El nivel de educación preescolar de tres grados se generalizará en instituciones educativas del Estado o en las instituciones que establezcan programas para la prestación de este servicio, de acuerdo con la programación que determinen las entidades territoriales en sus respectivos planes de desarrollo.
Para tal efecto se tendrá en cuenta que la ampliación de la educación preescolar debe ser gradual a partir del cubrimiento del ochenta por ciento (80%) del grado obligatorio de preescolar establecido por la Constitución y al menos del ochenta por ciento (80%) de la educación básica para la población entre seis (6) y quince (15) años.
De la fecha de promulgación de la Ley General de Educación hasta el momento, Colombia ha pasado por nueve períodos presidenciables: Cesar Gaviria Trujillo, Ernesto Samper Pizano, Álvaro Uribe Vélez (dos períodos), Juan Manuel Santos (dos períodos), Iván Duque y Gustavo Petro Urrego.
A nivel del ente territorial del Distrito de Barranquilla, son diez los alcaldes que han estado al frente de la ciudad y que tuvieron la responsabilidad de materializar ese artículo de la Ley General de Educación, unos con mayores responsabilidades que otros: Bernardo Hoyos Montoya (dos períodos), Edgard George González, Humberto Caiaffa Rivas, Guillermo Hoenigsberg Bornacelly, Juan García Estrada (en calidad de alcalde encargado), Alejandro Char (dos períodos), Elsa Noguera y Jaime Pumarejo Heins.
Ninguno de los presidentes, aun estamos por saber si Gustavo Petro lo hará, ni de los alcaldes distritales han realizado el mayor esfuerzo para que los niños de nuestro país y ciudad inicien su vida escolar bajo las mismas condiciones de igualdad de aquellos que tienen la oportunidad de realizar los tres grados del preescolar.
La corrupción, el pavimento, la privatización y el endeudamiento de la ciudad son los grandes legados que dejan estos mandatarios, que se olvidaron o desconocieron el artículo 18 de la Ley General de Educación que les obliga a la prestación del servicio en los tres grados del preescolar, su incapacidad, ignorancia e hipocresía con los sectores populares han llevado a que nuestros niños desde sus primeros años de vida sientan el peso de la exclusión social.
Hoy cuando saberes emergentes como la neuropedagogía señalan que es en los primeros años de vida del ser humano donde se forman las estructuras del cerebro, por su plasticidad y el mayor número de sinapsis, se hace inaplazable e intolerable que nuestros niños de los sectores populares no tengan acceso a los tres grados de preescolar, siendo que este es un proceso de formación fundamental de la vida del ser humano.
“A lo largo de la primera infancia se crean muchísimas conexiones, que estarán moduladas por las nuevas experiencias, la información sensorial, las vivencias y el aprendizaje. Ese juego de influencias mutuas entre el programa genético y las experiencias vividas continuará durante toda la vida, pero es especialmente potente en los primeros tres años, por eso es importante esa fase del desarrollo” (Perez, I. 2018, p.29).
“Hay una idea popular y extendida en la neurociencia es que la red de centenares de miles de millones de células nerviosas que se forman durante el desarrollo embrionario y en el curso de la infancia y de la adolescencia es lo que hace de cada uno de nosotros un ser único y distinto de los demás. No existen formulas mágicas para un correcto desarrollo, sino cuatro ingredientes esenciales y necesarios que deben estar presentes y acompañar durante la infancia: el afecto y el cuidado, un ambiente estimulante y el tiempo” (Cotrufo, T. 2018, p. 15).
“Durante la infancia y la adolescencia se produce la poda de la sinapsis que se dan por genética o por no ser utilizadas. Así mismo, el aprendizaje influye decididamente en los procesos de mielinización de los axones cerebrales que aceleran la transmisión de la información a nivel neuronal. En síntesis, la educación cambia al cerebro funcional y estructuralmente” (Sarah-Jayne & Uta 2008, p. 270-71 citado por Izagurre, S. 2017, p. 136).
El que nuestros niños de los estratos inferiores inicien su proceso de formación en una clara desigualdad frente al resto de la población infantil es una muestra más del tipo de sociedad en la que vivimos. En ella abundan personas que han estado al frente del direccionamiento de las políticas públicas y se rasgan las vestiduras al hablar de educación, sobre todo de su calidad, pero no han hecho nada. Los hechos son más contundentes que las palabras expresadas en campaña política. Para ellos la educación nunca ha sido la prioridad, al menos que estén tras un negocio que les sea rentable.
Con eso en mente, otro aspecto con el cual están en deuda en materia de educación (para citar solamente dos, por lo menos en nuestra ciudad) es el desarrollo de la jornada única en todas las instituciones de Barranquilla, a pesar que en la misma normatividad ya citada se señala que:
El servicio público educativo se prestará en las instituciones educativas en una sola jornada diurna.
Cuando las necesidades del servicio educativo lo requieran, podrán ofrecer dos jornadas escolares, una diurna y otra nocturna, bajo la responsabilidad de una misma administración…dejándose claro en el parágrafo de ese mismo artículo que el Ministerio de Educación Nacional, en coordinación con las entidades territoriales, hará una evaluación de las jornadas existentes en los establecimientos educativos de sus respectivas jurisdicciones, con el fin de reglamentar el programa y los plazos dentro de los cuales deberán ajustarse a lo dispuesto en este artículo.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación en Barranquilla, hay 154 instituciones educativas públicas, de ellas 109 se encuentran en jornada única, 29 de ellas con todos los niveles, 80 con jornada única incompleta y 45 aun sin tenerla. Esto nos permite inferir que a lo largo de 29 años de estar vigente la Ley General de Educación ni quienes han estado al frente dirigiendo a nuestro país ni quienes han dirigido la ciudad en los últimos 20 años les ha preocupado la educación de nuestros niños y adolescentes de los estratos 1,2 y3.
Muchos de nuestros gobernantes solo se han preocupado por el resultado que obtengan las instituciones en las pruebas ICFES, olvidándose de problemas de fondo como estos que realmente afectan la calidad de la educación... y eso que por cuestión de espacio de este artículo no se entra en el análisis del currículo de las instituciones que han implementado dicha jornada.
¿Sería interesante escuchar a quienes han dirigido a nuestro país y ciudad en los últimos 20 años en torno a este problema de fondo de nuestra educación y que afecta directamente su calidad? Sin duda, sus respuestas serán tan hipócritas como sus actuaciones.