Yo era un joven viajero de una empresa multinacional que todos los meses tenía que viajar por la zona del Magdalena medio a visitar comercialmente a mis clientes, cuando en esta época comencé a notar que la mayoría de ellos cuando llegaba muy temprano a trabajar no se encontraban en sus negocios, y sus esposas me comentaban que estaban haciendo polígono con algunos miembros de la fuerza pública.
Y allí estaban ganaderos, comerciantes, médicos y mucha gente de bien.
Todos ellos comentaban que estaban cansados de la orfandad en que los tenía el Estado, pues todos eran víctimas de robo, saqueos, vacunas económicas, amenazas y en fin, parecía que la tranquilidad de estas regiones había terminado para siempre, y jamás hubo una fuerza contundente capaz de enfrentar a todos los bandidos.
Entonces resolvieron asociarse campesinos y toda la fuerza civil para enfrentar a estas bandas y a sus apoyadores. Pasaron algunos años y yo ya no estaba en este país, y en aquellos lugares me vine a enterar por los medios que aquellos a quienes eran gente común de la región hoy eran calificados de autodefensas y asesinos del lugar.
Me dio tristeza y hoy me da mucha más al saber que estas personas honestas que generaban empleo y trabajo para la región sean condenados por el hecho de buscar autodefenderse de delincuentes vulgares. Entonces aquí también tiene gran culpa el Estado y la justicia debe valorar esta negligencia por no cumplir con un principio de la Constitución Nacional al generar cuidado de su población y crear fuentes de trabajo honesto.