Antes de que Andrés Botero fuera presidente del Comité Olímpico Colombiano en 1997 el país tan sólo había ganado seis medallas de oro en las olimpiadas. Diecinueve años después, cuando a los 69 años dejó su cargo en Coldeportes, el país había cosechado trece medallas más, entre ellas dos de oro, algo que nunca nadie, por más optimista que fuera, había soñado. En las olimpiadas de Atlanta, en 1996, sólo 48 deportistas colombianos lograron calificar a las justas. Veinte años después la cifra llega a 147, teniendo a dos de sus atletas, Mariana Pajón y Catherine Ibarguen, como máximas favoritas en sus categorías para hacerse con el oro. Colombia, por primera vez en su historia olímpica, tiene opciones de medalla en ocho deportes.
La labor de este paisa excampeón de esquí náutico al frente del deporte colombiano no se limitó a coleccionar medallas olímpicas. El Centro de Alto Rendimiento en donde se preparan los atletas nacionales es el mejor de Suramérica. Botero convenció al presidente Juan Manuel Santos de invertir 1.6 billones de pesos anuales en perfeccionar dentro del CAR el tema biomédico hasta el punto que diferentes deportistas de otras partes del mundo han venido a consultar cómo es el trabajo. Con ese presupuesto le alcanzó a Andrés Botero para hacer realidad su sueño: crear el Centro de ciencias del deporte. Compuesto por cinco laboratorios de biomecánica, neurociencias, fisiología, clínico y cineatropometría, ya nada queda al azar en la preparación de los deportistas. Allí se sabe con certeza cuál es la manera en que se concentra, cómo es que se respira. La mentalidad ganadora no se obtiene leyendo libros de autoayuda sino que también es una cuestión científica.
El éxito de la gestión de Botero empezó en Sidney en el año 2.000. Antes de empezar la competición el directivo habló con Maria Isabel Urritia quien tenía serias opciones de ganar en pesas. Sin haber hablado con el gobierno de Andrés Pastrana, Botero le prometió a la atleta vallecaucana 50 mil dólares si era capaz de llevarse el oro. Cuando vio a la negra llevar sobre sus brazos el peso del orgullo de una nación, Andrés Botero no sólo sintió júbilo sino preocupación: ¿De dónde sacaría la plata? Habló con Urrutia y estableció un plan de pago a seis meses. Desde los juegos bolivarianos del 2005 la política de incentivos por logros obtenidos se hizo oficial. Para Río de Janeiro el atleta colombiano que gane oro se embolsillará 165 millones de pesos. La plata ganará 90 y el bronce 65.
Para garantizar que la renovación del deporte colombiano sea constante Botero creó el plan Superate que busca, entre dos millones de jóvenes atletas desperdigados por el Chocó, el Valle, Ipiales y el Cabo de la Vela, un contingente de doscientos que serán monitoreados y entrenados en el Centro de Alto Rendimiento en donde empezarán su formación.
Sí, como nunca antes un dirigente deportivo había cosechado tantos réditos. Sin embargo hubo algunos nubarrones. El manejo que se le dio al Team Colombia, el equipo de ciclismo que representaría al país en las carreteras europeas, fue desastroso. Se le dio demasiada confianza a un entrenador italiano, Claudio Corti quien habría maltratado a los ciclistas nacionales. El proyecto fracasó estrepitosamente y el equipo, después de cuatro años de vida, murió a finales del 2015.
Los juegos Nacionales de Ibagué también estuvieron teñidas por señalamientos a Botero y, probablemente su gestión en éste evento influyó para que el presidente Santos tomara la decisión de removerlo de su cargo en mayo de 2016.
Su reemplazo fue Clara Luz Roldán, funcionaria muy cercana a la gobernadora del Valle Dilian Francisca Toro y que tendrá la dura responsabilidad de igualar y superar los logros de Andrés Botero, uno de los dirigentes deportivos más exitosos de nuestra historia.
