Norberto es un tipo estable. Pocos en la farándula colombiana pueden preciarse de tener una relación de convivencia de 45 años como la que él tiene con su pareja Antonio Lozano.
El estilista Norberto Muñoz tenía 29 años y era tenaz en su trabajo, pero eso de los negocios era para la gente pragmática, no para un artista como él.
Sin embargo, cuando María de Chávez, la mismísima dueña de Jolie de Vogue. Le presentó a Antonio Lozano en Cali, la vida le cambió al hombre, al profesional de la belleza y al artista desparpajado.
Antonio Lozano, Toño, es mucho más más joven que Norberto, pero según el estilista, “parece un viejo, es un jodón de miedo”. Además, es un celoso tremendo, dice, porque no se calla nada. En su negocio, se la pasa riéndose con los colegas peluqueros mientras Toño permanece serio.
Norberto se queja de que Toño es seco. No le gusta celebrar cumpleaños, ni Amor y Amistad ni Navidad algo que le molesta al peluquero. Se aman. Se necesitan. Crecieron juntos. Han conocido medio mundo y, además, se volvieron millonarios.
Son muy distintos. Antonio siempre quiso adoptar un niño, Norberto es libre como el viento. Con el tiempo, Toño se resignó a no tenerlo, levanta los hombros y se consuela diciendo que al final, todos terminan solos. Duermen en cuartos separados. El éxito de su relación es no dormir en la misma cama y vaya que sí les ha funcionado.
El rechazo por ser gay lo sintió en un país homofóbico. Desde los cinco años tiene consciencia de su sexualidad. Del clóset sólo salió cuando se fue de la casa a los 19 años. Todavía hay miembros de su familia que no lo aceptan. Cuando se casaron en 2005, cuando aún no era chic ser gay, la boda estuvo llena de invitados y la prensa publicó en primera página la unión. Fue una rumba inolvidable.
En los negocios, Antonio Lozano fue el de la idea de trasladarse al local donde están ahora en el Norte de Bogotá, hicieron una inauguración con todas las de la ley en 1994. En ese momento, se adoptaron un concepto que para entonces era completamente revolucionario: lo ecológico.
Desde hace casi treinta años, la peluquería de Norberto funciona con energía solar. En una crónica de El Tiempo, se refirieron a ese lugar como El palacio de la gente bella. En él tiene a 60 manicuristas, 25 auxiliares de champú, 11 esteticistas y 78 peluqueros vestidos todos de punta en blanco. La idea con la que arrancó la propuso el mismo Toño. La decoración es una mezcla de estilos francés, colonial, español e inglés.
Verónica Alcocer es una de las clientes habituales del peluquero
Lo impresionante de la peluquería de Norberto es que, aunque se necesitaba, Toño aconsejó no gastar un solo peso en publicidad y creía en el voz a voz. El trabajo diario, la disciplina y la capacitación de sus peluqueros hicieron que la sociedad bogotana se enamorara de la peluquería.
A sus casi 70 años, Toño ya está cansado. Norberto sigue metido en “El palacio de la gente bella” mientras que a Antonio le gustaría regresar a los lugares cálidos de su niñez. Sin embargo, el compromiso ya no es con ellos mismos. La vida es esa empresa que no para de crecer.
Después de la pandemia, cuando vivieron el momento más duro, que Toño supo sortear teniendo la idea de poner a los peluqueros a hacer trabajos a domicilio, la peluquería de Norberto está más fuerte que nunca.
Según el último reporte de Fenalco, las peluquerías movieron 500 mil millones de pesos en 2022. A pesar de la bonanza, ni Toño ni Norberto planean expandirse. Lo que necesitan es seguir siendo fuertes en ese Palacio que construyeron hace más de 30 años y que, muy a pesar de Toño, se les convirtió en su casa.
