El espectáculo cultural de la posesión de Petro

El espectáculo cultural de la posesión de Petro

Uno de los actos que más comentarios ha suscitado es la manifestación cultural con que se precedió y procedió al acto. Un análisis de forma y contenido

Por: Remberto Quintero Anaya
agosto 10, 2022
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El espectáculo cultural de la posesión de Petro

Mucho se ha especulado en estos días sobre la posesión de Gustavo Petro Urrego como presidente de la República de Colombia.

Uno de los actos que más comentarios ha suscitado es la manifestación cultural con que se precedió y procedió al acto mismo de la posesión, dándosele diferentes lecturas de acuerdo al color del prisma del enfoque de cada cual en este mundo traidor en donde nada es verdad y mentira, como decía don Ramón de Campoamor.

Más allá del acto mismo, debiéramos curucutear en el contenido del mismo y no dejarnos llevar por la forma, porque caeríamos en subjetividades propias de la inmediatez y la opinión ligera influenciada por una tradición de mas de quinientos años, cuando lo que debió ser el encuentro pacifico de dos mundos se convirtió en el aniquilamiento sistemático de unas formas de vida diversas y la imposición de normas, creencias, culturas e instituciones totalmente ajenas a estos lares.

En el substrato mismo de las manifestaciones que se vivieron ese día, se puede decir que todo obedeció a una forma muy particular de decirle al país y al mundo que la Constitución de 1991 sigue viva, como expresión que fue, es y sigue siendo de un acuerdo trascendental que recogió todas las aspiraciones de los sectores sociales, económicas, culturales y políticas de esta Colombia multicultural y pluriétnica.

Constitución que se hará respetar mientras las condiciones democráticas lo permitan y las fuerzas vivas de este país tengan como faro ese gran acuerdo nacional por la vida que pregona el presidente Petro.

Ese gran evento cultural, que volvió visible a esa Colombia postrada en el olvido de más de cien años soledad, y que en ocasiones muy contadas se muestran como algo exótico, es el verdadero país que nos representa, siendo muy diferente de esa mirada etnocentrista que ha ejercido su hegemonía, sin darle el verdadero valor que se merece todas y cada una de ese amplio abanico multicolor que configura nuestra nación, a pesar de si misma como escribió el británico David Bushnell.

Y como colofón de ese espectáculo cultural, las expresiones folclóricas y las dotes de fandanguera de la primera dama, rompiendo esquemas y saliéndose de toda etiqueta y protocolo, tienen un gran significado para aquellos generos musicales que se han resistido a desaparecer ante los avances tecnológicos y la preponderancia de otros géneros por expresidentes y escritores con nobel a cuestas, que llevaron el vallenato a palacio y a Viena, refiriéndose tal vez la primera dama a los apartes de un porro del juglar sinuano y nacido en la cuna del actual presidente, Pablito Flórez:
🎼No quiero mal entendido de mis amigos vallenatos.

Lo que quiero es que el porro mío también lo escuchen un rato.
Los músicos vallenateros todos tienen plata en los bancos, y el músico fandanguero la rula y el garabato🎼

Dictum. A Bolivar, hombre caribeño, la sociedad rancia santafereña le engancho el epíteto de Lechuguino.

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