El espacio sideral en la Literatura

El espacio sideral en la Literatura

Desde el inicio de los tiempos, la humanidad ha observado el cielo nocturno con curiosidad y fascinación. Observar el Universo provoca en nosotros muchas preguntas

Por: Oscar Seidel
mayo 15, 2023
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El espacio sideral en la Literatura

“Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día cada uno pueda encontrar la suya”. EL PRINCIPITO. ANTOINE DE SAINT -EXUPÉRY

Desde el inicio de los tiempos, la humanidad ha observado el misterioso cielo nocturno con curiosidad y fascinación. Observar el Universo provoca en nosotros muchas preguntas. Los científicos estudian sus misterios; conocemos los planetas de nuestro sistema solar, y sabemos que los átomos de nuestro cuerpo formaron parte de alguna estrella hace mucho tiempo. Los poetas le escriben versos a la luna, a la noche y sus enigmas. Y desde tiempos remotos la humanidad inventa historias y proyecta narraciones en las estrellas. Para los esquimales, las estrellas son pequeños agujeros en el cielo; para los bosquimanos del desierto de Kalahari, la vía láctea es el esqueleto de un gran animal, y según los indios navajos, las estrellas y planetas se guardaban en un recipiente hasta que un día el coyote embaucador, lo abrió, y todas las estrellas se esparcieron por el Firmamento.

El Espacio Sideral, también conocido como espacio exterior o espacio sidéreo, hace referencia al sector del Universo que se ubica fuera de la atmósfera de nuestro planeta. Debido a que la densidad de la atmósfera se reduce de manera gradual a medida que se incrementa la altitud, no existe un límite exacto que marque el final de la atmósfera y el inicio del Espacio Sideral. Suele considerarse que el Espacio Sideral comienza a los 80,100 o 120 kilómetros de distancia respecto a la superficie terrestre. El Espacio Sideral es un sistema de planetas, lunas, asteroides, cometas, polvo, gas y otros objetos que orbitan alrededor de una estrella, vinculados a ella por la fuerza gravitacional estelar. El Universo lo es todo. Incluye todo el espacio, y toda la materia y energía que contiene el espacio. Incluso incluye el tiempo mismo y, por supuesto, nos incluye a nosotros.

La Tierra y la Luna son parte del Universo, al igual que los otros planetas y sus muchas docenas de lunas.  El Espacio es importante en la Literatura porque representa el modelo del mundo de un autor, expresado en el lenguaje de la representación espacial. En una obra literaria, el espacio modela diferentes relaciones de la imagen del mundo: temporales, sociales, éticas y otras. Pero, el tiempo y el espacio también tienen un gran impacto en el mundo literario. Una historia siempre tiene lugar en un escenario y siempre transcurre dentro de un tiempo determinado. Es importante saber cómo podemos usar ambos para servir a la trama, aumentar el suspenso o incluso hacer que el espacio o el tiempo sean el elemento central de la trama.  El tiempo y el espacio son dos elementos claves de la narración porque brindan la posibilidad de crear gran parte del universo narrativo de una historia, además, permiten situar a los personajes y acontecimientos en un espacio y tiempo determinados, creando de este modo un tejido sensorial e imaginativo. El Cosmos nos inspira. Obsérvenlo una noche y alimenten su fantasía, pues quedan tantos misterios por resolver, que mirarlo nos invita sin remedio a usar la imaginación.

 Cuentos Siderales de Oscar Seidel

1.Todo por unas piernas.

Recuerdas que, desnuda te esperé sin prendas de vestir, sin accesorios, sin zapatos. Con el cuerpo desnudo. Te esperé sin odios, sin rencores, sin egoísmos, sin tristezas, sin llantos, sin traumas. Con el alma desnuda. Con un brillo transparente en mis ojos, con la mirada de un bebé recién nacido. Sin nada. Para que tatuaras mi cuerpo desnudo con tus besos y lo hicieras tuyo, lo marcaras con hierro candente como les hacen a las yeguas salvajes y te perteneciera para siempre. A mi alma desnuda, la llenaste de cosas bellas, de sentimientos sutiles que me hicieron volar, traspasar fronteras, crear maravillas existenciales, etéreas, terrenales. Y en mis ojos solo se reflejó el amor... Sí, lo recuerdo. Fue aquella noche que me embrujaste con tus piernas, y te dije que las iba a devorar a besos. Querías volar con la excitación que tenías. Y no lo creí. Al día siguiente, volví atraído por tus piernas y, no te encontré: Te habías ido. Alguien me dijo que estabas muerta, y tus familiares habían enterrado el cadáver en un sitio desconocido. Sin embargo, no lo creí. Desde ese momento, te busqué por todos los confines del mundo; escalé los montes más altos de México y Colombia; navegué por los siete mares, y subí al Espacio Sideral… Te esperaba... Adormecida sobre las olas de mí mar celestial te esperaba, con el cuerpo tatuado de flores, no, no hubo sorpresa alguna cuando llegaste, ya te esperaba... Temblando, delirante, tus manos y tu boca deseaba. Con tu lengua una a una las flores de mi cuerpo desnudo empezaste a quitar, la pasabas haciendo que mi cuerpo se estremeciera y se llenara de deseo, pidiendo a gritos, placer, pasión, tus manos experimentadas hacían su labor acariciando mi cuerpo en partes delicadas, sensibles al tacto varonil, mi cuerpo, fue subiendo de calor hasta el punto de arder, ahí entró tu lengua sabía para el placer, Junto con tus labios se prendieron a mis senos después de besar mis labios y cuello a la vez, sentí un gozo que me hacía decir palabras y sonidos extraños, más, cuando bajaste a mi monte de Venus y entraste en él, sensaciones nuevas y deliciosas me hicieron gritar a la vez, cuánta dicha sentía al juego que hacías allí, ya no aguantabas tampoco y como un tigre a su presa, saltaste sobre mí, penetrándome hasta el alma lo sentí. ¡Qué movimientos felinos! ¡Qué jadeos de fiera tenías! Me excitaban al máximo, me sentía delirada, y pedía más y más y eso te excitaba tanto que tu fuerza aumentaba, como locos nos revolcamos en la arena de la playa celeste, hasta sentir la entrega total. Gritamos al unísono de la música del viento, que fuertemente soplaba afuera como cómplice de nuestro amor. Al llegar al clímax tocamos el cielo y tomados de la mano bajamos a la tierra... para después quedar abrazados, exhaustos, besándonos, acariciándonos, mirándonos a los ojos, para reconocernos siempre en cualquier otra dimensión...  Con la excitación de la primera noche, al yo regresar a mi casa., pudiste volar al cielo. Todo este periplo para encontrar esas piernas que me regalaste en el segundo encuentro. Al fin eran mías, y montados en ellas bajamos del Espacio Sideral…

 

2. Pura Apariencia.

La situación se dio de un momento a otro, y me puse a pensar que todo lo que vemos en este mundo es apariencia. Por eso, decidí investigar en los archivos de la Santa Inquisición, por qué castigó a Galileo Galilei, quien se atrevió a decir: “El Sol está inmóvil en el centro del Mundo, y la Tierra se mueve “, teoría contraria al dogma católico, que promulgaba: “La tierra es plana e inmóvil”. ¿Qué más podía hacer el pobre Galileo, si él veía al Universo de esa manera?  Intrigado, averigüé con la religión hindú, por qué Maya la madre de la creación, que personifica la Energía Ilusoria, consideró que “la realidad, o todo Universo de cosas que aparecen como existentes, son ilusión de las apariencias". ¿Cómo no voy a creer en las apariencias? Yo, soy uno de los últimos ateos que quedan en este mundo, que cuando me inspiro a escribir en el blanco papel, es porque las historias vienen y me calientan la mente y la mano, y no como presumen algunos, que esta acción es originada por la Musa que llega con su tropel de palabras, y me presiona para que escriba cuentos de ficción. Pero, ateo, o como me quieran llamar, lo único que por ahora creo es en la apariencia del amor. En ningún momento, dudo de ese Universo de mujer que me tiene embrujado, y es la realidad de mi existencia. Sin embargo, tengo la desgracia de vivir dos apariencias con ella: la primera, es que amo a ella de forma platónica, y la segunda, es que no la conozco de manera personal, puesto que siempre la observo desde mi ventana cuando va para la oficina. Todas las noches, al mirar las estrellas, presumo una sensación agridulce: la veo acercarse, y decir que mis sentimientos por ella son correspondidos; que no tiene novio, y que se quiere casar conmigo ante Dios. ¡Qué falta de conciencia! Para salir de este embrollo, he acudido donde mis dos amigos antagónicos: el Evolucionista y el Sacerdote. El primero, me aconseja adaptarme a la realidad de las cosas, enfrentarla para sobrevivir, que después todo será aclimatación, y que no crea en nada, sino en el poder de la lengua, para enamorar. El segundo, sugiere confesarme por negar la existencia de Dios; amar al prójimo como a mí mismo, y que asista los domingos a misa de once de la mañana, para que, a la salida, le pueda hablar a esa constelación de mujer. Pero, yo no le creo a ninguno de los dos, porque los veo como a esos personajes, que aparentan tener bondad para inducir a los inocentes a realizar cosas indebidas. A mí no me van a engatusar, porque yo de otras apariencias más no viviré, y además ellos son enemigos ideológicos en el concepto de quién creó el Mundo; pero amiguísimos cuando se dedican a hacer comentarios sobre las muchachas del pueblo; allí si se ponen de acuerdo. Hoy, he decidido dejar las apariencias, y voy a coger al cometa por la cola. Me aproximaré a esa doncella celestial, le diré que la amo mucho, me dé el cuadre, y que a la salida del trabajo la espero… …Hablando de la reina de Roma y mi amada que se asoma. Enseguida, le digo: Querida estrella matutina, yo soy quien la observa desde la ventana todas las mañanas. Quiero entablar una relación formal contigo, y juro por Dios, que, si me aceptas, también voy a creer en él. Sin embargo, ella me respondió: No sé quién eres, de dónde saliste, porque siempre que paso frente a tu ventana sólo veo en el balcón un par de materos con flores descuidadas. No sabes dónde estás parado; por fin vine a conocer al loquito del pueblo que habla con el Firmamento, y por favor, deja de fisgonearme.  Ya terminó el suplicio que causó tanto desquicio. Es por eso, que esta vida es pura apariencia; cada uno ve lo que quiere ver, y piensa que eso es la realidad. Yo, para ella nunca he existido, porque siempre me ha considerado como un matero más. ¿Cómo voy a creer en Dios, si esa estrella fugaz, no percibe quién soy? ¡Qué falta de conciencia!Parece que no tengo futuro con ella, y Dios, el Evolucionista y el Sacerdote, sí que menos lo tendrán conmigo.

Esta mañana, percibo con asombro que en mi balcón desaparecieron los materos…

 

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