Efigenia Vásquez Astudillo vivía pegada a un micrófono. Se graduó de la Universidad Autónoma Indígena Intercultural que tiene sede en Popayán. Su vida era estar contando o que sucedía en la región que escogió como hogar: Coconuco, en el Macizo Colombiano. Tenía 37 años.
Pero mañana los radioescuchas de Renacer Coconuco, la emisora más popular de la región, no la escucharán mañana dar las noticias. Tampoco lo harán los dos hijos. Desde hoy son huérfanos. El ESMAD entró a despejar una finca que tenían los indígenas ocupada, y en la refriega mataron a la periodista en la finca Aguas Tibias. No es la primera vez, y desgarradoramente para ellos y para quienes hemos trabajado con las organizaciones indígenas, no será la última.
Hace dos décadas comenzó el movimiento Liberemos a la Madre Tierra, con la que las organizaciones han determinado recuperar lo que consideran de ellos. Su argumento es que las tierras que eran baldíos, o que les habían prometido históricamente los gobiernos. Es una lucha que ha generado conflicto, pues varios de los terrenos han sido adquiridos por grandes terratenientes. Independiente de las posturas, si se está deacuerdo o no con su proceder, es inaceptable que haya muertos en los desalojos.
No solo murió Efigenia Vásquez hoy en esa arremetida del ESMAD. John Yace, que se manifestaba, está al borde de la muerte. ¿Hasta cuando? Esta es otra prueba más de una necesidad imperativa: el desmonte del ESMAD.
????| #ALERTA: A esta hora ESMAD arremete contra la comunidad indígena del Pueblo Kokonuko en Puracé, Cauca. @ONUHumanRights @luiskankui . pic.twitter.com/pNoNxgaUxB
— ONIC (@ONIC_Colombia) 8 de octubre de 2017