Estas líneas que escribo son un ejercicio de memoria para algo que el pueblo zipaquireño puede estar olvidando. Me refiero sin mayor preámbulo a la adquisición por parte de la actual administración municipal de la estatua del Indio Tisquesusa, una figura de grandes proporciones que fue ubicada al lado de la estación del tren y que apunta hacia el Cerro del Guasá.
Una escultura que a mi modo de ver no representa ni a un zipa ni a un indígena de la época. Si la miramos con detalle se nos muestra un cuerpo casi que desnudo, con tan solo un taparrabos. No sé en la mente de qué político cabe aceptar que en tierras tan frías como esta podía un habitante andar prácticamente desnudo. Es más, si revisamos cualquier libro de historia podemos ver cómo representaban a los zipas y prácticamente todos salen en las imágenes arropados con mantas para protegerse del frío de la sabana. Pero en este caso no, quieren vender la idea de que aquí el clima es cálido y que los indígenas andaban desnudos.
Es una representación en definitiva eurocéntrica, que no muestra atisbos de un habitante de la región y de la época, es decir, de un verdadero modo de ser y estar situados. Sumado a esto el llamado Indio Tisquesusa no deja ver su rostro porque lo obstruye el tributo que ofrece a las entrañas salineras del cerro. Si de un Zipa se está hablando, y un homenaje artístico le querían brindar, considero que su rostro debía haberse desocultado sin colocarle una ofrenda por delante.
Sin embargo, dejemos esa figura descontextualizada y volvamos a los libros de historia de bachillerato. Claro que sí. Ahí se habla de los zipas y de quienes fueron y cuántos hubo. Pero también se señala que en la tierra zipaquireña no vivieron estos gobernantes. Es decir, aquí lo que quedaba era un centro económico por cuestiones de comercio con la sal, pero más allá de eso, un zipa como Tisquesusa no vivió ni al pie del cerro ni en lo que se conoce hoy como Pueblo Viejo. Ellos vivían y gobernaban en lo que se había denominado Bacatá.
Todo esto que les cuento fue un verdadero escándalo. Hasta hubo un sector de concejales de la oposición que se manifestaron contra la adquisición de esa figura. Argumentaban cosas como el despropósito o la falta de necesidad de comprar una obra que no responde a una identidad zipaquireña.
En el tema de los costos no me quiero meter, pero es bien sabido por la comunidad a través de la denuncia de un sector de concejales que esa obra superó los más de 1000 millones de pesos en su adquisición.
Claro que la administración intentó responder a las críticas de los concejales y la comunidad. Para ello trajeron a unos personajes pertenecientes al resguardo indígena ubicado en Chía. Obviamente ellos le dieron su bendición al proyecto, y argumentaron que les parecía fantástico que se rescatara la supuesta memoria e identidad de la tierruca. Hasta el momento no logro comprender de qué memoria e identidad hablaban esos sujetos que se consideraban representantes directos de tiempos idos. En otras palabras, esta administración para justificar el despropósito se sacó de la manga a dos personas que con argumentos de autoridad sostenían que todo era bueno y bonito, y que ese mojón que apunta al cerro no podía estar mejor ubicado.
Más que escandaloso es bochornoso ver cómo se hacen adquisiciones de ese tipo para el municipio. Una escultura que se impuso al pueblo y se le ha vendido a los turistas y residentes como una verdad en cuanto a la tradición. Basta ver a los visitantes tomarse fotos al lado del Tisquesusa y como los guías turísticos explican cosas que más que descontextualizadas son mentiras. Y así es como se van del pueblo, creyendo que aquí vivieron los caciques y que andaban vestidos como Tarzán.
Como lo dije al principio, esto tan solo es un ejercicio de memoria, para que no se nos olvide lo que hacen en el pueblo y de cómo construyen falsos relatos con un aparataje triste para justificarlo.
Que quede claro que no estoy en contra del rescate de las memorias y de las tradiciones zipaquireñas. Lo que no apruebo son las mentiras alrededor del arte, y menos que una administración haga alianzas y adquieran una escultura como la del Indio Tisquesusa que poco o nada representa al pueblo zipaquireño.