Solo faltaban dos meses para que el tenista colombiano Rubén Torres se comprometiera con la actriz Hilary Swank cuando su relación ya se sentía fría. La última cámara de video que los vio juntos, en enero de 2016 en un partido de los Knicks, en Nueva York, solo registró un par de sonrisas entre ellos y una corta caricia en la cintura con la que el colombiano abrazó a su novia, con la que llevaba ocho meses hasta entonces, mientras veían el clásico de basquet. Él, un tenista y entrenador caleño, parecía un tipo desprendido y desinteresado.
Pero en Cali no hubo mucha sorpresa cuando se supo que había sido Rubén la persona que había traído a Colombia a la dos veces ganadora del Óscar para celebrar su cumpleaños 41 en Bogotá. Era diciembre de 2015 cuando se vio a Hilary Swank bailando un vallenato de Carlos Vives en el restaurante Gaira, saliendo de Andrés Carne de Res con su corona de cumpleaños en la cabeza y enfiestada en Cali hasta la madrugada con la salsa de la Big Band. Los amigos del tenista dicen que Rubén nunca necesitó de la belleza para conseguir mujeres de nivel porque era tan encantador que cualquiera se quería quedar escuchándolo. Así conquistaba en cualquier lugar del mundo, a cualquier ciudad a la que llegaba representando a Colombia en torneos de tenis. Así también conquistó a Swank.
A Torres y a Swank los unió el deporte. Juntos también iban a los Roland Garros y hacían ejercicio. Fue en una jornada de senderismo, en marzo de 2016, cuando el extenista, con un anillo de platino y una esmeralda colombiana de 3.8 kilates, le pidió a la estrella que se casara con él. Ahí había quedado esa historia de amor hasta esta semana, cuando la actriz apareció en un torneo de tenis en París sin el anillo de compromiso.
Hilary Swank también borró de su Instagram todas las fotos que tenía con el extenista y así dio por terminado su compromiso. Ambos siempre fueron tan discretos que casi el único que llegó a verlos juntos fue el amigo en común que los presentó en 2015, en Los Ángeles, en donde Rubén se quedó a vivir después de retirarse del tenis en el 2008 para trabajar como asesor financiero de la multinacional UBS. Parece que él fue el único testigo de su fugaz relación.