De las primeras cuestiones que me hablaron cuando empecé a estudiar ingeniería electrónica, fue de la Máquina de Turing. Los profesores que teníamos en los primeros semestres mencionaban al señor Turing y su invento. El profesor de Comunicaciones Digitales decía que la creación de Turing estaba catalogada como una de las maravillas del procesamiento de datos, de la encriptación de información. El de Sistemas y Control nos hablaba de la máquina como un verdadero desarrollo en ingeniería de control, un mecanismo de relación de información y entrega de resultados inmediatos, fue el invento que terminó en una gran revolución que ahora conocemos como computadora.
Nunca le vi el rostro a Alan Turing, solo una imagen que mostraba en blanco y negro un prototipo de la máquina. Creo que esas viejas fotocopias que ya deben estar por cumplir 20 años hacen parte de aquel contenido plantado en el olvido. Pero al ver el trailer de la película de Morten Tyldum y el guión de Graham Moore (ese nombre me parece una combinación de Graham Greene con Alan Moore), y escuchar de nuevo el nombre de aquella máquina, quise ver la cinta.
Y me encontré con una historia bien contada en tres tiempos paralelos. Un tiempo que inicia en 1928 y que narra la primitiva historia de un muchacho tímido, pisoteado por el matoneo en el colegio, que lleva una gran amistad con otro compañero, una amistad que termina con un mensaje encriptado lleno de amor. El segundo tiempo aparece en el período de 1939 a 1942: es el tiempo central de la película. Allí Turing desarrolla la máquina y evita la muerte de muchos seres humanos en la segunda guerra mundial. Y el tercer tiempo empieza en 1951 cuando se denuncia un robo en la casa del profesor Alan Turing, pero el policía que va a visitarlo a su casa descubre que no ha pasado nada y que Turing parece esconder información, algo más que nadie debe saber. El policía lo descubre.
¿Qué cosas pueden ocultarse debajo las creaciones y descubrimientos científicos?, ¿cuál es la humanidad que se esconde detrás de las máquinas?, detrás de Einstein y su teoría de la relatividad (aunque luego Einstein escribe Mi Credo Humanista), detrás de Joseph Wilson Swan y la luz artificial, detrás de Josegh Cugnot y el automóvil, de Michael Faraday y el motor eléctrico… Lo que el policía descubre, como si fuera un gran científico, es la homosexualidad de Turing, castigada con medicamentos y tratamientos que terminan por quitarle la vida en 1954.
Esta película ofrece datos (por ejemplo el nombre que Turing le pone a la máquina) que le permiten al espectador atar los tres tiempos y convertirlos en una sola línea de tiempo. Es un argumento bien construido, bastante similar a literatura.
La actuación de Benedict Cumberbatch interpretando al gran inventor, al héroe homosexual, es impecable. Pude conocer, a través de Cumberbatch, al científico que nunca vi más allá de unas copias. Espero que aparezca en la pantalla de los nominados a mejor actor en los próximos premios Oscar.
Aunque creo que les faltó diferenciar notoriamente al Turing de 1939 del de 1951 (pasan doce años y la fisionomía no cambia), es una bella película que debe verse como un homenaje a la ciencia, a la humanidad, a la sexualidad… y a los inventos que salva vidas.
¡Recomendada!
