En el kilómetro 30 del municipio de Dagua, Valle del Cauca, se encuentra un lugar que ha brindado refugio y esperanza a jóvenes en situación de calle a través de programas de rehabilitación, apoyo integral, permitiéndoles alejarse del consumo de sustancias psicoactivas, reconstruyendo sus vidas y persiguiendo nuevos sueños.
Sharon tiene el sueño de ser Señorita Colombia
Esta es la historia de Sharon Henao, una chica de tan solo 14 años, que comenzó a consumir sustancias psicoactivas a los 8 años, tomó la oportunidad de cambiar su vida. Con 14 años, uno de sus sueños es convertirse en Señorita Colombia. Para Sharon, el consumo fue inicialmente una moda, una forma de encajar en su grupo social, sin embargo, las consecuencias fueron devastadoras, afectando sus relaciones familiares y amistades. Hoy, su compromiso es con ella misma, con su rehabilitación, anhelando con volver a estudiar y destacarse en el mundo del modelaje; ella es un ejemplo vivo de que, con apoyo y determinación, es posible salir de las drogas y alcanzar grandes metas. Su mensaje a otros jóvenes es “No caigan en el consumo por seguir alguna moda o por presión social y valoren siempre a la familia”.
Jhon Jairo Sánchez, el rapero vendedor de latas de Quilichao
Jhon Jairo Sánchez, o ‘Rapero’ como lo conocen en Santander de Quilichao, después de años de soledad y consumo en las calles de este municipio, decidió dejar las calles y entrar en rehabilitación, Rapero, quien hace un par de meses vendía artesanías hechas con latas de refrescos o cervezas para vivir y comprar sus “vitaminas” agradece profundamente a quienes le han brindado apoyo y envía el mensaje a mantener sus corazones abiertos para apoyar causas similares, pues esto, fue lo que logró salvar su vida.
Martha López: Un mensaje de cambio
Martha, reconocida en Santander de Quilichao, llegó al refugio con el propósito de alejarse del mundo de las drogas y poder cambiar su vida para bien. Para ella, las drogas fueron un engaño que le prometieron alegría, pero solo le trajeron sufrimiento. Ahora, está dedicada a su proceso de rehabilitación y busca transmitir a los jóvenes que es posible vivir bien sin recurrir a las sustancias.
Ricardo Francisco Garcés decidió crear nuevo comienzo
Ricardo Francisco, conocido como ‘Choco’, sufrió la muerte de su madre, dejándole una tristeza tan grande que lo llevó al consumo de sustancias. En el refugio, Ricardo ha encontrado el apoyo necesario y el calor de un hogar para iniciar su proceso de rehabilitación. Aunque el dolor de la pérdida sigue presente, él está decidido a cambiar su vida, ser un testimonio de esperanza para Santander de Quilichao y, sobre todo, para los que lo ayudaron en el proceso.
María José es un ejemplo de lucha
María José López ha vivido una verdadera transformación. Su vida cambió drásticamente debido a la drogadicción, pero con determinación y esfuerzo, ha trabajado incansablemente para salir adelante y escapar de las garras del consumo de sustancias.
Ella empezó en el mundo de la drogadicción desde muy joven y de forma periodíca, primero marihuana, luego perico, y después ácidos, hasta llegar a la heroína y el basuco, sin embargo, logró recuperarse por un tiempo, estudiando trabajo social en la universidad. Pero, una mala decisión la llevó de nuevo al consumo. «Empecé a engordar mucho y decidí volver a consumir para adelgazar rápido,» explica. Esta decisión la llevó a vivir en la calle, pasando de la universidad a la indigencia y el reciclaje en Santander de Quilichao.
Uno de los mitos más comunes sobre el consumo de drogas es su efecto en la pérdida de peso, algo que María José descubrió dolorosamente. «Es una realidad muy dolorosa porque llevas al cuerpo al límite, al extremo… / Los químicos queman todo por dentro, matándote lentamente», es lo que comenta María José.
Después de 16 meses en la Fundación Proyectando Generaciones, ella ha recuperado su vida y planea regresar a la universidad. «Les aconsejo que vivir sin drogas es lo mejor que pueden hacer,» concluye con un mensaje de esperanza y fuerza para todos aquellos que luchan contra la adicción.
Estos jóvenes representan a las más de 100 personas que hoy por hoy están en la Fundación Proyectando Generaciones con el fin de ayudarse a sí mismos y dejar la vida en condición de calle para dedicarse a trabajar por su propio bienestar y el de las personas que los quieren.
Pero, no todo ha sido tan sencillo, pues no todos estos jóvenes han entrado por voluntad propia a rehabilitación; es ahí donde Diego Fernando Jiménez, conocido como ‘Tamagochi’, juega un papel muy importante dentro de Proyectado Generaciones, porque él viene gestionando alimentos y recursos para apoyar a jóvenes y adultos en situación de calle desde hace cuatro años. Su compromiso con esta causa es admirable, esta labor ha sido fundamental para el rescate de muchos habitantes de calle a pesar de las dificultades para recibir apoyo, Tamagochi sigue adelante, motivado por el impacto positivo que su trabajo tiene en la vida de los demás.
Matías García, fundador de Proyectando Generaciones y ex habitante de calle, ahora es concejal del municipio de Dagua. A través de su fundación, ha logrado ayudar a más de 5.000 jóvenes en situación de calle a lo largo de 14 años. En sus propias palabras, Matías cuenta: «Llevo trabajando más de 20 años por las personas que han vivido la problemática de la drogadicción. Me dedico al trabajo social desde la Fundación Proyectando Generaciones, ayudando a personas que han vivido o viven esta situación de adicción”.
Matías, quien también pasó por una situación difícil de drogadicción, utiliza su experiencia personal como herramienta para ayudar a otros. «Lo que me dio la capacidad de superación se ha convertido en una herramienta para el beneficio de muchas personas,» explica. Además, recalca la importancia de abordar no solo el problema del consumo, sino también sus raíces emocionales y familiares: «El problema no es solo de la fundación, sino que muchas veces se origina en los hogares».
Sin embargo, la fundación enfrenta numerosos desafíos. La falta de recursos, el creciente número de jóvenes en situación de calle son obstáculos que requieren una respuesta de la sociedad y las autoridades. A pesar de estos aprietos, la fundación sigue adelante, impulsada por la convicción de que cada vida merece una segunda oportunidad.
Estos jóvenes han encontrado más que un refugio, tienen una nueva oportunidad para reconstruir sus vidas, alejarse del consumo de sustancias y perseguir sus sueños. Estas experiencias inspiran, recuerdan la importancia de brindar apoyo a quienes más lo necesitan, mostrando que, con ayuda y determinación, es posible transformar vidas. Sí se pudo.