¿Qué sería de Sherlock Holmes, el famoso detective de la Inglaterra victoriana, sin sus irregulares? En esta novela escrita por Tracy Mack y Michael Citrin nos encontramos con una de sus historias más famosas y relevantes, alternando un poco la realidad de lo que pudimos ver en El Problema Final en donde el investigador se enfrenta a su némesis, el profesor James Moriarty.
El marco temporal se mantiene exactamente como en la historia original de Arthur Conan Doyle, salvo que en esta versión se cuenta con la perspectiva de los autoproclamados "Irregulares" de la calle Baker, que son en esencia un grupo de niños que hacen las veces de informantes de Holmes, a quien se refieren como "Maestro", dadas las enseñanzas y remuneraciones que les ofrece por pistas e información y que en retribución solo pueden dar signos de máxima lealtad, casi como a un padre. Eso, por supuesto, sin fallar a la compleja trama que se nos presentó en el escrito original.
Aquí se nos muestra cómo este grupo de niños ayuda a Holmes en su aventura más épica y cómo embona perfectamente los detalles trasmutando las situaciones y los personajes e incluso las emociones con un Sherlock más paternal que lógico, ya que queda relegado a un papel más secundario y la narración está desprovista de sus resabidas deducciones y un Moriarty conflictuado por recuerdos de su pasado, un pasado familiar del que puede decirse saca su parte más humana, que al lector incluso llega a enternecer.
El libro es bastante digerible incluso para quienes incursionan en la lectura de Doyle o, en general, del suspenso y aventura, ya que cuenta con un lenguaje bastante pintoresco que no es difícil de captar al vuelo y la historia de cada uno de los personajes acolchonan la intriga con algo de drama, ternura y humor picaresco.