Fabián Enrique Vargas se entregó hoy al mediodía, identificándose como el encapuchado que disparó contra el Esmad con un arma calibre 38 recortada, que afirma ser de balas de salva.
En derecho, podrá su defensor argumentar que al ser una pistolita de juguete que no hace ningún daño, si el defendido no puede ser acusado de intento de homicidio.
Las investigaciones, demostrarán si en efecto es la misma arma que Fabían Enrique Vargas disparó contra la humanidad de los miembros del Esmad, y con la cual quedó grabado en fotos y videos que han causado indignación general.
Pongámonos por un momento en las botas de un integrante del Esmad:
"Estoy con mis compañeros policías antidisturbios, vigilando las marchas del Día del Trabajo en la Plaza de Bolivar.
Ya terminando las marchas pacíficas, ingresan a la plaza una horda de encapuchados dementes, que empiezan a destruir lo que encuentran a su paso. No se detienen ante nada, por el contrario con picos de acero rompen las escalinatas de la Catedral Primada de Bogotá, para convertir los pedazos en filosas y pesadas piedras, que lanzan con toda su demencial ira y fuerza contra un escuadrón del Esmad, que estamos solo unos peldaños arriba, resistiendo apenas con un escudo transparente de plástico el rabioso ataque de esa horda de salvajes que querían, romperme la cara, o causarme una seria lesión con una lluvia de pedradas lanzadas contra mí, desde solo dos metros de distancia.
--No podemos contra-atacar porque mi comandante nos dio la orden de solo resistir la salvaje agresión.
De pronto, entre esa horda, emerge un tipo que mete miedo: alto, fornido, todo de negro vestido, encapuchado y además que se cubre la cara con una pañoleta y con lentes oscuros, y con sus manos cubiertas por guantes de cuero, apenas a un metro de mí, de frente, levanta un arma, me apunta y me dispara.
-- Pero no caigo, ni siento dolor. ¿la bala me rozó?
-- No. ¡Resulta que era de salva!
-- ¿Y cómo carajos voy a saber que lo que estaba viendo antes de perder mi vida era una farsa?
-- ¿Cómo rayos voy a saber que la pistola de mentira?
-- ¡Soy un policía! ¡Y un hampón de negro en medio de una violenta orgía de piedras y vulgaridades me apunta y me dispara!
Pues ese señor Fabián Enrique Vargas, debe darle gracias a Dios, que yo no estaba armado más que con un plástico, porque si tengo mi arma de dotación, al ver que me apunta, yo le disparo primero hasta matarlo.
¡Y ahí si se arma Troya!
¡Un estudiante muerto a tiros por la policía en marcha pacifica!
Todo el mundo se me viene encima, me destituyen, me acusan de homicidio, y me meten preso el resto de mi vida.
Aparte de eso, Bogotá se incendia y si no corro o mis compañeros policías me protegen, me arrastran como a Roa, el asesino de Gaitán, por las calles vecinas a la Plaza.
Eso, si hubiese tenido mi arma de dotación en legítimo derecho a la defensa de mi vida.
Pero como yo tenía un plástico, y luego resultó que la pistolita era de juguete, y el señor Fabián Enrique Vargas se entregó, y pidió perdón. A la larga no pasa nada.
¿Es eso justo?"
@profecaparros
