Camila Fabri no había cumplido los 20 años cuando conoció al prestante empresario barranquillero Alex Saab en una fiesta en París donde él se daba la gran vida de magnate con lujos por doquier, visitaba los hoteles más caros, conducía carros de alta gama y siempre estaba rodeada de jóvenes modelos que se multiplicaban por toda la ciudad. En ese entonces Saab estaba casado con Cynthia Certain Ospina, hija de un exalcalde de Barranquilla, graduada del Marymount y de la Universidad Autónoma donde estudió derecho, Certain había estado en las buenas y en las malas pero la vida de dandy de su marido no la aguantó y regresó de nuevo a Colombia dejando atrás sus 30 años de matrimonio. A Camila Fabri, una estudiante cuyo hobby era ser modelo y soñaba con ser periodista, le quedaba el camino libre para conquistar al empresario 25 años mayor, que se había obsesionado con ella y que hasta puso sus ojos azules de foto de WhatsApp que cuando le preguntaban al empresario que de quién era ese ojo él decía “es la mujer que me enloqueció”.
Fabri ya era conocida en los tabloides de la ciudad eterna por su noviazgo con el defensa brasilero Felipe Anderson, quien jugaba en la Lazio de Italia. En un video publicado en Youtube ella se presentaba como “decidida, volcánica, de energía solar y súper activa'. Puedo hacer tres mil cosas al tiempo, pero me gustaría hacer más y más, siempre hiperactiva, no me gusta estar quieta”. En 2014, Fabri se casó por lo alto con Saab y desde entonces cambió su vida de estudiante por la de esposa de un magnate pagando alquileres exorbitantes como una casa en Paroli, uno de los barrios más exclusivos de Roma, a 5.750 euros mensuales. Un año después compró un vehículo Rover Range Evoque que le costó 50.000 euros y en 2018 compró un apartamento en Via Condotti por un valor de 4.7 millones de euros.
A Camila Fabri le cambió la vida el 12 de junio de 2020. Como de costumbre se encontraba viajando con Saab en su jet privado. Decidieron hacer una parada técnica en la Isla de Sal de Cabo Verde para echar gasolina al avión pero no esperaban que el empresario fuera arrestado por una solicitud de extradición que emitió Estados Unidos acusándolo de ser el testaferro del mandatario venezolano Nicolás Maduro y le imputó delito de lavado de dinero. Ya en prisión, Fabri no dejó al barranquillero, al contrario viajó a Caracas y apoyada por el gobierno de Maduro se convirtió en una activista que nunca dudó de la inocencia de su marido e insiste que Estados Unidos lo tiene secuestrado tras una persecución política en su contra. Fundó inclusive el movimiento Free Alex Saab con el que ha reclutado miembros en todas partes del mundo que denuncian la arbitrariedad del gobierno gringa y aseguran que Saab es un diplomático y por ende, merece inmunidad. Fabri cambió los tacones por los tenis, marchó en la Plaza de Bolívar de Caracas cuando extraditaron a su esposo un año después de su captura en Cabo Verde. También ha protestado con los empleados de la aerolínea Conviasa.
La cruzada de Camila Fabri no ha sido en vano, después de que el gobierno norteamericano liberara a Franqui Flores y Efraín Campo, sobrinos de la esposa de Nicolás Maduro, que fueron capturados en 2015 y sentenciados en 2017 a 18 años de prisión, a cambio de la libertad de cinco empresarios de la filial petrolera estatal venezolana en EE.UU. Citgo, un exmarine de la Armado estadounidense Matthew Heath y Osman Khan, detenido en enero de este año.
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