Gabriel Boric rompió el protocolo con un gesto muy sencillo: en la alfombra roja, entrando a La Moneda, la sede de gobierno de Chile, giró hacia su izquierda y saludó la estatua de Salvador Allende, el presidente derrocado en 1973 por el golpe militar de Augusto Pinochet. Con esto mostró el talante de su gobierno, y lo ratificó con su emotivo discurso desde el balcón presidencial.
Miles de personas se reunieron frente a La Moneda para escuchar al joven presidente que ganó las elecciones con contundencia. Boric en sus palabras llamó a la unidad del país, reconoció el trabajo de los presidentes anteriores y prometió gobernar respetando todas las alas políticas en Chile. Pero resaltó el apoyo de quienes han sido excluidos durante la historia de Chile: las disidencias de género, el movimiento feminista —así declaró su gobierno— a los indígenas y a los estudiantes.
Su discurso también dejó claro que su gobierno deberá caracterizarse por la defensa y el respeto de los derechos humanos. Boric, socialista, quiere darle un nuevo rumbo a Chile y demostrando que el suyo será un gobierno en terreno. Boric será el presidente que, además, marque el inicio de la nueva constitución: "una Constitución que sea para el presente y para el futuro, una Constitución que sea para todos y no para unos pocos".