El elegido sin libreta militar

El elegido sin libreta militar

"En la política hacen falta personas especializadas, académicos y conocedores del área". Una dura opinión a raíz del nombramiento de Molano como ministro de Defensa

Por: Sebastián Gutiérrez Vanegas
febrero 12, 2021
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El elegido sin libreta militar
Foto: Twitter @Diego_Molano

El fallecimiento del exministro de defensa Carlos Holmes Trujillo dejó a merced de la opinión pública distintas expresiones de preocupación. Primero, y sin lugar a duda, su muerte nos hace pensar que las consecuencias del COVID-19 no distinguen raza, sexo, burócrata o distinguida sociedad: hombre de política y participación de antaño, con atención médica poco equiparable a la del colombiano común y, aun así, no salió bien librado de dicha batalla. Segundo, desigualdad, donde la favorabilidad de pocos resultaría ser un salvavidas para nuestra época. 

Por otra parte, puso en cabeza del primer mandatario la responsabilidad de elección del nuevo ministro, donde los criterios de elegibilidad deben darse sobre la base de la idoneidad y aptitud para acceder al cargo; porque a pesar de que sea una facultad donde el presidente libremente puede nombrar, remover y, por compromiso, elegir, no deja de ser una res publicae, es decir, una cosa de la esfera pública y el interés general. Así, se esperaba entonces que la decisión hubiese sido tomada por la capacidad del sujeto para dirigir dicho ramo; sin embargo, muy a pesar de mis buenos deseos, es lamentable que sea más una utopía lejana que un buen porvenir para Colombia.  

Es así como el pasado 2 de febrero el presidente Iván Duque nombró al entonces director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República (Dapre) como ministro de Defensa: el hijo de militar, nacido en hospital militar y, como si fuera poco, estudiante de colegio militar, Diego Molano. El elegido, tercer ministro de Defensa en la historia de Duque como practicante presidencial —y como es de esperar— afable a la voz principal y única del partido de cabecera. Ahora, la pregunta es: ¿quién es Diego Molano?, ¿por qué se hace merecedor del cargo? 

Molano es administrador de empresas de la Universidad del Rosario. A lo largo de su carrera profesional ha ocupado cargos en el sector público y privado. Se desempeñó como asesor del senador Luis Alfonso Hoyos 1994-1998 (exasesor de la campaña presidencial de Óscar Iván Zuluaga y absuelto por la imputación hecha en el caso del hacker Andrés Sepúlveda). Fue asesor de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, y coordinador del componente social del Plan Colombia en el 2003, bajo el mandato de Álvaro Uribe. Dirigió programas de acción social en el 2009. En el 2010, estuvo inmerso en las denuncias por participación indebida en la campaña de Juan Manuel Santos. En el 2011, fue director del ICBF. En el 2015, fue jefe de campaña de Pacho Santos en la Alcaldía de Bogotá. Fue concejal de la misma ciudad en la cual no se destacó, pues sus intereses con posterioridad lo llevarían a renunciar, dado que le tenían una mejor propuesta: ser el director de un departamento administrativo de la presidencia de Duque. 

En campaña, el presidente actual prometió acabar con la mermelada, los cupos indicativos y la relación transaccional que existe en la política colombiana. Molano es uno más de los compromisos políticos del presidente con su jefe inmediato que, a saber, parece ser él quien dirige el país. Este tipo de prebendas en el espectro participativo atenta contra la democracia, y la poca posibilidad de que a los altos cargos pueda acceder quien no cuente con renombre, sea de las tradicionales familias o en su defecto, el elegido del político del momento. 

Los nombramientos de esta índole no solo requieren de “cercanía con la Fuerza pública” o el natalicio en un hospital de raigambre militar, sino por el contrario, la capacidad y experticia en el determinado campo, y no ser respuesta de una estructura de poder donde los favores se pagan con un lugar en cada vacante. El elegido ministro de Defensa fue quien propuso el protestódromo, idea que solo en su imaginario era posible; ha manifestado su oposición contra la JEP —el oprobio internacional de nuestro país al no culminar como se esperaba— y además, es ahora un referente de que no es necesario tener relación alguna con el ramo a dirigir, más allá de lo mencionado.  

Creo con certeza que en la política hacen falta personas especializadas, académicos y conocedores del área. No solo por favores, prebendas o cercanía con aspectos ajenos a la capacidad de dirección que el cargo exige, pues de ser así, en mi caso, no tendría posibilidad alguna; si el colegio fuese el criterio de elección, al ser egresado de uno cristiano, ¿cuál sería mi cargo? Espero se ahorren los comentarios. 

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