A mi hermanita revolucionaria en Madrid
La violencia en todas sus caretas, en todos sus escenarios es una reacción contra una posibilidad, contra una amenaza, contra una libertad manifiesta. Colombia presenta los índices de violencia cotidiana más explícitos y ya los asumimos como costumbre, nota para sección amarilla, farándula de la esquina, cualquier accidente conversacional.
Sin duda, es más grave y si recurrimos a la teoría, esta nos dice; "Además, el maltrato se define como el “...patrón de abuso físico, sexual o psicológico que se da en relaciones íntimas” (APA, 2002, p. 2). Es más, el concepto de violencia en su sentido estricto puede entenderse como cualquier acción u omisión intencional que dañe o pueda dañar a una persona (Sanmartín, 2007).
La violencia doméstica con un nombre bien errado por tanto nos dice que: "Por ejemplo, destaca la definición asumida por las Naciones Unidas respecto a violencia doméstica: “aquella violencia que se produce en la pareja siempre y cuando exista o haya existido un vínculo afectivo entre sus miembros, sin importar el tipo de unión y la orientación sexual de sus miembros” (ONU, 1994). "
El único vínculo afectivo que necesita la violencia es el espacio, espacio común, territorialidad manifiesta de saberes y praxis, telón de lucha para combates ideológicos, de cualquier estirpe, salamandra o basilisco teórico.
Es la necesidad de mantenerse en un "ahí", lugar fijo, concentración ideal para la cotidianidad. Allí entra como respuesta la seducción definidad como seducere: llevar aparte. Romper esos límites, límites espaciales, de costumbres, de hábitos, de personas.
Discutiendo con la psicóloga Adriana Sarmiento Navarro en una esquina en altura mientras la fuga de minutos para ingresar a otra clase técnica, sobre cómo responder con agresión a la agresión en este caso infantil, me queda la certeza que es imposible y la única vía a la violencia es la práctica sobre el discurso, sobre el arte, sobre los espacios pedagógicos y sobre las relaciones afectivas o de pareja, de la seducción.
Bien dice Baudrillard que “la soberanía de la seducción no tiene medida común con la detentación del poder político o sexual” . La seducción es el encanto, el trasladar la realidad presente a una realidad posible o referenciada, y es una posibilidad humana desde la infancia. Saber soñar.
En el arte, es la práctica de observar, de saber ver en la escena, aquellas pinceladas de algo más allá de lo cotidiano. En un período de terapia en la mágica ciudad de Ciénaga, Magdalena – lugar donde dejé enterrado mi corazón – pude explorar con la fotografía, buscar la línea de seducción, el color imposible de ver en la escena, pero que una lente aún explora.
Bien recuerdo cómo es "encontrar las voces que son más que la historia "y me enseñaba el maestro Jorge Enrique Consuegra en otros tiempos y por tanto en esta ciudad de la costa, la seducción del artista y cómo dijo el filósofo francés es “una pasión y un juego del orden del signo”.
La seducción es un ejercicio olvidado, que en Ciénaga se recupera aprendiendo a ver los colores del Templete, a caminar entre las iguanas habitantes, y escuchar el estanque de las ranas que guarda mucha historia, incluso alguna de Gabriel García Márquez.
Notas textuales:
1. Estos conceptos los extrajimos de la brillante tesis titulada TRATAMIENTO PSICOLÓGICO CENTRADO EN EL TRAUMA EN MUJERES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE PAREJA .MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Eduin Cáceres Ortiz
Bajo la dirección del doctor Francisco Javier Labrador Encinas.
Madrid, 2011
ISBN: 978-84-695-0993-7 ©Eduin Cáceres Ortiz, 2011
2.Trabajamos el texto DE LA SEDUCCIÓN, Jean Baudrillard. Ediciones Catedra S.A Madrid. 1981.
RODOLFO GARCÍA L.
Profesional en Estudios Literarios.
Universidad Nacional de Colombia.
Director del Proyecto ESTACIONPOETAS,