Faltaba una semana para la navidad del 2010 cuando la tierra comenzó a rugir. Había llovido diez días seguidos y la falla geológica sobre la que estaba cimentada Gramalote, en Norte de Santander, comenzó a ahondarse. El 17 de diciembre de 2010 los 6.500 habitantes salieron despavoridos huyendo hacia Cúcuta buscando salvar sus vidas. Los esperaban andenes y galpones o en la mejor de las suertes casas de familiares que pudieran acogerlos. En unas cuantas horas se acababan casi doscientos años de historia. Gramalote había dejado de existir.
Inmediatamente el Fondo de Adaptación creada en el Gobierno de Juan Manuel Santos y gerenciado por Cecilia Alvarez Correo buscó alternativas para reconstruir el pueblo. En el 2017, meses antes de dejar el cargo, Santos afanado por tomarse la foto, decretó el nacimiento del Nuevo Gramalote. No le importó que la mitad del trabajo estuviera por hacerse.
Diez años después de la catástrofe natural, se le entregó títulos de propiedad a 124 familias de casas que no existen. El Fondo de Adaptación le debe cerca de $ 30 mil millones a la Constructora que tuvo a su cargo la obra, pero nadie responde. El ingeniero Ricardo Carvajal, quien estuvo al frente de la construcción del nuevo Gramalote, cuenta la historia.