El efecto Barbra Streisand
Opinión

El efecto Barbra Streisand

Por:
junio 24, 2013
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En el 2003 Barbra Streisand quiso impedir que una foto de su mansión en Malibú circulara por las redes sociales. Argumentaba enfurecida que su privacidad e intimidad estaban siendo quebrantadas. Pese a sus esfuerzos, el efecto que obtuvo fue justamente el contrario: entre más ímpetu cogía su denuncia, más difusión tenía la célebre foto. Su indignación no logró más que perjudicarla. Desde entonces este paradójico fenómeno lleva su nombre.

            ‘Efectos Streisands’ hay cientos y en el país tenemos varias decenas. La película Operación E, por ejemplo, tuvo una pésima crítica. La hizo un director poco conocido, con un presupuesto limitado. Este tipo de películas rara vez nos llegan, y si lo hacen, lo logran solo en algunos de los “cine arte”. ¿Por qué la publicitaron los medios como si se tratara de la más novedosa producción hollywoodense? ¿Quién realmente se hubiera visto esta película si Clara Rojas no hubiera hecho semejante alboroto? ¿Recordaríamos siquiera su título?

Los medios, las redes sociales, Internet, logran determinar nuestras decisiones. Y no por una compleja estrategia conspirativa: simplemente por asociación. En su libro No pienses en un elefante, George Lakoff muestra que lo primero que pensamos al leer el título es, precisamente, en un elefante. Nombrar una cosa es evocar su imagen. “No quiero que se conozca mi casa en Malibú”, pelea Streisand. “La casa en Malibú”, piensa todo lector. “No quiero que se vea ‘Operación E’”, dice Rojas. “Ver ‘Operación E’”, piensa el lector.

Estas asociaciones no son necesariamente perjudiciales. A veces, incluso, resultan ser formas exitosas de comunicar. Claro, no deja de ser extraño que los colombianos pasáramos de “Davivienda, la casita del ahorrador feliz” a “Davivienda, su dinero está en el lugar equivocado”. Pero bueno, el inconsciente funciona de formas misteriosas y quizá ahora ‘Davivienda’ sea un nombre que active un recuerdo placentero. O bueno, quizá active al menos algún recuerdo: ¿conoce alguien el eslogan de Bancolombia?

Pero no solo Davivienda ha salido victoriosa de sus arriesgadas asociaciones. Pensemos en el “efecto Gerlein”, que es en últimas, el “efecto Iglesia Católica”. La gran mayoría de los titulares de la Iglesia tienen que ver con sexo: homosexual, bisexual, asexual, transexual, anterior al matrimonio, exterior al matrimonio, con condón, sin condón, con placer, sin placer, in vitro, sin vitro, pero sexo al final del día. La Iglesia sabe que el sexo vende, y Gerlein también: no en vano, tras ser entrevistado por la FM sobre su controversial “sexo excremental”, concluyó con descaro: “Ojalá me llamaran con más frecuencia y me sacaran del anonimato”.

¿Cuál es el efecto real que se está generando cuando se insiste hasta el cansancio en un tema? ¿Cuál es el manejo que se le debe dar a este tipo de información? ¿Cómo evitamos los dobles efectos? Cuando el cardenal Darío Salazar afirmó que los homosexuales no podían ser discriminados por los derechos que no tenían, los medios titularon su declaración hasta agotarla. La asociación: “homosexuales, gente sin derechos” es clara. ¿Surtirá el paradójico efecto Davivienda? Difícil. ¿De qué manera, entonces, denunciamos al maloso cardenal?

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