A Nicolás Echeverry, representante a la Cámara por Antioquia avalado por el Partido Conservador e integrante de un grupo político tradicional que se hace llamar Conservadores de vida, se le olvidó “cuidar la vida” en su más reciente votación en la Comisión Quinta de la Cámara, pues Echeverry y Juan Fernando Espinal (un uribista radical) fueron los dos congresistas antioqueños que votaron en contra de la prohibición del fracking y la explotación de yacimientos no convencionales. Es decir, defendieron y apoyaron a ultranza una práctica lesiva contra los ecosistemas; perjudicial con la vida en todas sus manifestaciones y que ha sido prohibida en uno docena de países de todo el mundo, entre ellos, Uruguay, Francia, Italia y Nueva Zelanda. Inclusive, recientemente, el presidente Joe Biden, tiene previsto detener los pilotos de fracking en zonas federales de Estados Unidos.
Por el contrario, en Colombia, la clase política tradicional insiste en continuar con los pilotos de fracking y avanzar en su expansión por todo el país. Sin importar su impacto en el medio ambiente, en la vida de los ecosistemas acuíferos y en las especies nativas. Algo que no me sorprende del uribismo, ya que es el sector político con la visión más depredadora del medioambiente; sin embargo, sobre el congresista Echeverry sí hay que hacer unas precisiones porque en algunos espacios se vende como un “defensor de la naturaleza” y hasta se hace llamar “ecocongresista”.
¡Vaya coherencia la de estos políticos!
Un político tradicional que se las da de renovador
Gran parte de su trayectoria política la ha adelantado en Medellín. Empezó como edil de la Comuna Seis (Doce de Octubre), de ahí saltó a la Asamblea y luego al Concejo (llegando a ser presidente en dos oportunidades). Siempre se ha movido en las toldas del conservatismo y la politiquería tradicional. Llegó a la Cámara en 2014 con 24.430 votos y repitió en 2018 duplicando la votación: alcanzó 52.666 votos. Ese año logró unas de las votaciones más altas en el departamento e hizo fórmula con el senador Juan Diego Gómez (un político tradicional y con extensas redes clientelares en el oriente, el norte y el occidente). Fue la fórmula de la politiquería tradicional conservadora
Sin embargo, Echeverry se venía “lavando la cara” desde que llegó a la Cámara defendiendo una agenda animalista y medioambiental. Hasta se hacía llamar “ecocongresista” y escribía columnas a favor del medio ambiente. Nada más alejado de la realidad. Pues sus votaciones en Comisión Quinta y Plenaria dicen todo lo contrario. Sus intereses siempre han estado alienados con el uribismo y la extrema derecha.
El “ecocongresista” que defiende y apoya el fracking
En su perfil en el portal de la Cámara se dice que Echeverry es “experto en temas agropecuarios, ecológicos, medioambientales y recursos naturales”. De ahí que desde su llegada al Capitolio se haya integrado a la Comisión Quinta que es en la que se discuten en primer debate esas materias. A esa comisión llegó un proyecto radicado por 45 congresistas que buscaba la protección del agua, la naturaleza y las comunidades ante la amenaza que representa el fracking. El mayor riesgo con esta práctica, según determina la evidencia científica, se encuentra en la contaminación de las fuentes hídricas; inclusive, por ese motivo fue prohibido en los estados de Nueva York y Vermont. Además, la comunidad científica cada vez llega a un consenso más general sobre las afectaciones asociadas a los temblores, a la liberación de gases no controlados y eventualmente a la exposición de la fauna y flora aledaña. Sin subestimar sus efectos sociales y en la salud pública.
¿Acaso se necesita más evidencia para concluir que el fracking es una amenaza para la naturaleza y la integridad de las fuentes hídricas?
Al parecer, para el “ecocongresista”, que dice ser experto en temas medioambientales, el fracking es un riesgo menor. Por ese motivo, no vio problema en alinearse con otros 14 congresistas de partidos tradicionales para hundir el proyecto de ley y seguir condenando a cientos de comunidades a explotaciones no convencionales que ponen en riesgo su existencia, su continuidad en el territorio y que de paso acaban con los ecosistemas.
A esos congresistas los debemos castigar en las urnas en el 2022. Pronto empezarán a buscar votos, engañando incautos y presentando programas ficticios. A ellos los debemos juzgar por la forma como vienen votando en las comisiones y plenarias, es ahí donde realmente podemos ver cuáles son sus verdaderos intereses y con quienes están comprometidos. Al menos, ya saben a qué juega el representante Echeverry, el mismo que pronto volverá a buscar votos para seguir atornillándose en el cargo, el falso “ecocongresista” y defensor a ultranza del fracking. Así que no se dejen engañar y sancionemos a esos politiqueros en las urnas.
En el 2022 tendremos esa oportunidad.