El nombre de Philip Seth Goldberg se tomó la primera página de todos los periódicos bolivianos en septiembre de 2008 cuando Evo Morales lo expulsó de Bolivia tras acusarlo de conspirar contra él y su gobierno. Para ese entonces, Goldberg ya se había estrenado como embajador en Chile y Kosovo durante el periodo presidencial de George Bush. Salió de Bolivia para Washington a trabajar en la Secretaria de Inteligencia del Estado (INR) y, posteriormente, fue delegado como embajador en Filipinas donde fue recibido por el presidente Rodrigo Duterte, el mismo que, meses después de su nombramiento como embajador, llamó públicamente “hijo de puta” al entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Tras lidiar con el endurecimiento de las relaciones con Filipinas, Goldberg fue delegado por Trump para ser su primer embajador en Cuba y principal enlace con el régimen castrista. De este cargo fue removido tras 6 meses de difíciles relaciones.
Colombia no es un tema nuevo para Golberg. Vivió en el país durante el 2005 trabajando como asistente para asuntos legislativos en la embajada en Bogotá y fue coordinador del Plan Colombia, la estrategia antinarcóticos financiada por Estados Unidos desde el 2001 hasta el 2015.