Sammy, como le decían en familia, tenía diez años cuando vio batallando enardecida a su mamá, el 19 de abril de 1970. Todo quería menos dejarse arrebatar las elecciones en las que para muchos, su padre , el General Gustavo Rojas Pinilla, había sido el ganador en la contienda presidencial. En la estrecha disputa el país se fue a dormir con el general triunfante y se despertó con el titular de El Tiempo dándole la victoria al candidato del Frente Nacional, Misael Pastrana.
La Capitana, de sangre caliente, temple firme, no se resignaba a perder. La apodaban así por haber sido la primera mujer con grado de policía del pais y estaba lista para denunciar en la calle el fraude. El triunfo se le debía a la Alianza Nacional Popular, un movimiento de base que buscaba tomar las banderas del pueblo con reivindicaciones sociales que el general había enarbolada en sus años de gobierno como el binomio fuerzas armadas pueblo. Ese dia, al calor del fraude, se sembraron las semillas de años después tomaría la forma de la guerrilla del M-19, aludiendo precisamente al 19 de abril. Surgió el grupo Comuneros y la Anapo socialista con dirigentes como Andres Almarales y Carlos Toledo Plata, de las entrañas de La Capitana que después liderarían el M-19.
La Capitana no pudo resucitar el cadáver político de su padre pero dedicó todo su empeño a ser de su hijo Samuel un dirigente que llegara lejos con los construido. Era sin duda el sucesor y desde la casona paterna en el barrio Teusaquillo tejería todas las alianzas que llevaron a su hijo al senado y luego a la Alcaldia de Bogotá. Samuel estudiaba en el Colegio Anglo Colombiano de Bogotá cuando acompañó a su mamá a aspirar a la presidencia compitiendo contra el liberal Alfonso López Michelsen y el conservador Álvaro Gómez Hurtado. En las presidenciales en las que Belisario Betancur derrotó a López Michelsen, Maria Eugenia Moreno y el movimiento Anapista serían un apoyo clave. Después vendría la puja por la alcaldía de Bogota que la enfrentó al conservador Andres Pastrana- Tres dinastías políticas enfrentadas en las elecciones de 1974.
Samuel aprendió todo lo que tenía que saber sobre política en el comedor Luis XIV de su casa en Teusaquillo. Es que a ese lugar iban a desayunar lo más granado del poder nacional. Si se quedaban un poco más podían disfrutar de almuerzos copiosos compuestos del más puro sabor santandereano, la tierra de Samuel Moreno papá y por eso la gozada era el cabrito, la carne oreada y la pepitoria. El general Rojas, le dio la crianza a la “Nena” apodo con el que la llamaba, para hacer las veces de una primera dama con la argentina Eva Perón como referencia. Fue justamente ella quien recibió la cédula femenina número 2, la primera mujer que piloteó en el país un helicóptero, montó plantas de leche en polvo, apoyó a la infancia desamparada con Sendas, su programa estrella, organizó comedores populares y se cansó de regalarle juguetes a los niños más pobres. Populismo al más alto nivel.
La Capitana fue la estratega de sus hijos. Esos copiosos almuerzos fueron los que sirvieron para impulsar la carrera a la alcaldía de Bucaramanga, Iván, su hijo menor. Al finales del siglo pasado era común ver en las calles de la ciudad bonita los loguitos de Sendas. La historia es una serpiente que se muerte de la cola. En esos almuerzos también se organizó el aterrizaje de Samuel Moreno al senado y luego la alcaldía de Samuel que terminó convertido en su entierro político. Y eso que ella había hecho todo para que él fuera el próximo Rojas en ponerse la cinta presidencial.
El tiempo ha pasado sobre Maria Eugenia. A sus noventa años todavía tenía la fuerza para ir cada mediodía a llevarle el almuerzo a su hijo favorito, el que empezó a marchitarse prematuramente. Nuevamente en la casona de Teusaquillo La Capitana con un vigor a prueba de dolor organizaba la defensa jurídica de su hijo, buscaba los recursos para pagar los copiosos honorarios mientras sacaba el tiempo para ser de abuela, suegra solidaria y esposa de su marido desde la juventud Samuel Moreno quien envejece toreando los males de sus 103 años.
Esta semana se preparaba para celebrar el cumpleaños 62 de su primogénito cuando la vida le pegó la más dolorosa e inesperada de las estocadas. Samuel murió en la amargura de un presidido y de las acusaciones señaladoras sin haber logrado la libertad. Un golpe, ese si, para el que La Capitana, la guerrera no estaba preparada.