Mayo de 2020. Los cielos de Libia contemplan un acontecimiento letal. Los sistemas antiaéreos Pantsir-S1, de fabricación rusa, se baten en un duelo contra los drones de fabricación turca Bayraktar Tactical Block 2 (TB2).
En tierra el Ejercito Nacional Libio (LNA), al mando del general Jalifa Haftar, apoyado por Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Rusia, y además armado con tecnologías de esta última, además de equipos de Francia, Italia y otras naciones occidentales intenta someter a las tropas del Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN), este último apoyado por Turquía y financiado por Qatar.
El gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan acababa de ordenar la intervención militar en la guerra civil Libia para respaldar al gobierno reconocido por las Naciones Unidas, y específicamente buscando poner fin a la superioridad aérea del LNA.
Los turcos aseguraron la defensa aérea de Trípoli, la sede del gobierno del GAN, con misiles antiaéreos Hisar y sistemas de defensa antiaérea móviles Aselsan KORKUT, todos ellos de fabricación turca. Posteriormente, en coordinación con los dispositivos de guerra electrónica Koral, y los drones de interferencia electrónica Anka-S, entraron en acción los drones turcos Bayraktar TB2.
Para la mañana del 18 de mayo, y tras varias semanas de bombardeos con drones, las fuerzas del GNA lograrían el control de la base militar al-Watiya, desde la cual las unidades aéreas del LNA adelantaban operaciones aéreas contra Trípoli. Los drones de combate habían destruido los sistemas Pantsir-S1, unos 10 en total, más decenas de tanques, vehículos blindados y radares.
Trípoli se había salvado y el gobierno legítimo de Libia había puesto fin a las incursiones aéreas sobre su capital. La era del vehículo aéreo de combate no tripulado (UCAV), popularmente conocido como dron de combate, había dado inicio.
Los drones de combate ya habían sido utilizados antes en mayo del 2020 en otras guerras, de hecho, los iranies usaron drones con lanzacohetes RPG-7 en la guerra contra Irak, en los años 80. Y desde el 2001, los estadounidenses habían hecho uso de los UCAV en Pakistán y Afganistán, en la lucha antiterrorista, específicamente haciendo uso de los celebres MQ-1 Predator y MQ-9 Reaper.
Pero no sería hasta la aparición del Bayraktar turco que los ejércitos del mundo prestaron atención al uso de esa tecnología en escenarios de combate convencional, y concretamente, como una herramienta para destruir unidades blindadas, equipos de defensa antiaéreas, misiles y equipos de suministros.
La combinación de Anka-S y Bayraktar TBS le permiten a una fuerza militar operar un sistema de ataque y exploración con una autonomía de hasta 24 horas, con un bajo costo, y una practica operabilidad.
De hecho, en enero de 2018 Ucrania se convirtió en el primer socio internacional del proyecto, y la empresa ucraniana Ukrspetsproject encargaría las primeras doce unidades de esos equipos, a cambio de fabricar para Baykar Makina los motores y otros equipos para optimizar el Bayraktar y dotarlo de mayor velocidad y autonomía.
Los drones turcos fueron diseñados, desarrollados y producidos localmente. Con su electrónica avanzada, software, aerodinámica, diseño, sistemas secundarios, así como automatización y rendimiento de vuelo, el Bayraktar TB2 se destaca como uno de los sistemas UCAV más avanzados de su clase.
Los turcos los desplegaron en sus operaciones en Siria, y los exportaron a Irak, Qatar, Azerbaiyán y Libia.
Durante el conflicto del Alto Karabaj en el año 2020, los drones turcos aseguraron la demoledora ofensiva de Azerbaiyán sobre Armenia, y el éxito de los drones termino siendo documentado con las cámaras instaladas para su control.
Seis puestos de mandos militares, casi 300 baterías de artillería antiaérea y antimisiles, al menos 200 tanques de guerra, 228 baterías de artillería, 8 piezas de artillería autopropulsada, 5 grandes depósitos de municiones, 300 nidos de ametralladoras, decenas de camiones con lanzamisiles, cientos de camiones con suministros, y decenas de vehículos de transporte de tropas, todo se vio volar por los aires, a los pocos segundos de quedar en las miras de los drones turcos al servicios de los azeríes.
Azerbaiyán recuperó la mayor parte del territorio que había perdido en 1994 contra su vecino del Cáucaso. Poco pudieron hacer los armenios a pesar de luchar con determinación y apoyados por material de guerra ruso.
Ahora en Ucrania el Bayraktar ha sido una pieza fundamental en la resistencia de ese país ante la ofensiva rusa. Ucrania ha puesto a través de redes sociales los videos de los ataques de su remoto y sigiloso asesino de tanques. Varios convoyes militares con suministros, un par de trenes con combustible, decenas de tanques T72 y T80, y, equipos de defensa antiaérea, incluyendo los viejos conocidos Pantsir-S1, radares móviles, y en general, las grandes columnas blindadas rusas han sido destruidas.
Las cuentas oficiales de las agencias militares de Ucrania y Turquía no paran de felicitarse mutuamente. Los militares ucranianos suelen usar las redes sociales para alardear de su éxito en las operaciones con drones, e incluso han promocionado un video musical en homenaje a su arma de contraataque favorita. La cuenta de twitter @oryxspioenkop asociada a la inteligencia turca de hecho a compilado al menos 50 videos de vehículos y equipos rusos explotando. Sin embargo, es difícil confirmar el éxito de los TB2. Por ahora Ucrania opera al menos 48 de esos drones y Turquía se comprometió a enviarle algunas docenas más.
En todo caso, incluso si Ucrania pudiera tener todos los drones disponibles para infligir daño a las fuerzas rusas, difícilmente, el Bayraktar sería desequilibrante. De hecho, aunque los ucranianos también han empleado masivamente los misiles antitanque Javelin de Estados Unidos, NLAW Británicos AT-4 Suecos y varias versiones de misiles de producción local, el grueso de las perdidas rusas parece haber sido ocasionado por sus propios problemas de mantenimiento, logística, entrenamiento y por el pésimo uso que le han dado los estrategas rusos a los tanques y sus columnas acorazadas en los campos ucranianos, problemas que se acrecentaran si continúan combatiendo para cuando llegue el deshielo y el país entero se convierta en un lodazal.
Aun así, las enormes columnas blindadas rusas, atascadas en las carreteras ucranianas, incapaces de ser usadas en combates urbanos, y completamente inútiles para copar la inmensidad de un país de más de 600.000 kilómetros, parecen estar poniéndole fin a la era del tanque.
La guerra también se esta automatizando, las guerras del futuro ya no van a requerir 60 toneladas de metal, operadas por enlatados soldados. Ese ha sido el legado de la aparición de los drones turcos en los campos de batalla de los últimos años.