Nació en voz baja a pesar del reconocimiento de los rostros que lo componen. En mayo obtuvo su personería jurídica contando con más de 600 miembros y hoy con más de 900 integrantes llegó al Congreso a exponer sus “mentiras conocidas, verdades por conocer”.
En el auditorio se siente el murmullo de esas personas que han construido nuestros relatos y subtextos, esos rostros que han sido parte de nuestros secretos y que encarnan un sueño que, para muchos, es el equivalente a una vida perfecta: ahí están, son ellos, los que vemos en televisión, los que hemos visto en las tablas o en el cine, los que aún creemos personajes de fantasía, ajenos a los problemas de nosotros, los comunes, los condenados al sillón del televidente o la silla del espectador.
La Asociación de Actores de Colombia, ACA, pasó, en poco tiempo, de la voz baja del nacimiento al estruendo de una voz muy bien proyectada. Nació en un momento coyuntural para la sexagenaria televisión colombiana y la alta demanda de producción en el país para canales internacionales y el aumento de proyectos cinematográficos actuales.
Nació para humanizar, para hablarnos con calma y decirnos que ellos no tienen una vida en rosa; para decirnos que están cansados de la falta de garantías laborales, cansados de la informalidad, de la explotación laboral en jornadas de más de 16 horas, de la violación de derechos de autor.
Esos rostros tan conocidos, tan queridos, adquieren, ahora, otra dimensión: se humanizan y nos invitan a que nosotros, los espectadores, nos sumemos a ellos, actores y actrices, en una enorme acción colectiva, una acción para que no se vulneren sus derechos, una acción que “promueva una televisión, un teatro y una industria cinematográfica que fortalezca nuestra cultura, que alimente nuestras almas, que nos plantee reflexiones hondas y que nos haga tener experiencias estéticas que remuevan este país y nos saque del escepticismo”.
Una segunda victoria (la primera es su conformación), ha sido ganada con la puesta en escena de la audiencia pública: “mentiras conocidas, verdades por conocer”, bajo el lema ¡Soy actor, soy trabajador, soy creador!
La Ministra de Cultura, Mariana Garcés, y el Ministro de Trabajo, Luis Eduardo Garzón, escucharon, de los mismos actores y actrices, los asuntos referentes a sus condiciones laborales, su papel en el desarrollo de la cultura nacional y la necesidad de un estatuto laboral que regule su profesión y sus derechos.
“Los actores en este momento no tenemos nada, nos han quitado todo, hasta el miedo”, le dijo el actor Santiago Alarcón, director de la Asociación Colombiana de Actores, ACA, a un medio local. Eso quedó claro en la audiencia pública que obtuvo el respaldo de los congresistas Ángela María Robledo, Alirio Uribe, Iván Cepeda, Jorge Enrique Robledo y Luis Fernando Velasco.
ACA dignifica su profesión convirtiéndose en maestros de la cultura, en agentes transformadores de lenguajes, de actitudes, de pedagogías.
El Congresista, Iván Cepeda, fue claro en esa apuesta pedagógica: “Invito a los actores a que contribuyan a la consecución de la paz y a que sean protagonistas de un cambio cultural por un país sin violencia”.
ACA nos ha mostrado el rostro humano de quienes han contribuido a construir nuestra cultura y sus relatos al tiempo que nos ha demostrado la enorme importancia de aquellos y aquellas que dedican su vida a ser actores, trabajadores y creadores, que contribuyen a fortalecer conciencias críticas, nuevas formas de relacionarse con el otro y contribuir, con sus creaciones, a escribir nuevas narrativas de paz y democracia.
De la audiencia pública “mentiras conocidas, verdades por conocer”, queda claro que el estatuto del artista es un asunto de primer orden.
Por lo pronto la consigna y acción es: “Proteger a nuestros artistas para salvarnos del horror”.
@ignotolegris