Me encanta La Voz Kids. Como dice una amiga, es un bálsamo en estos momentos de incertidumbre y de insatisfacción generalizada. De verdad, poder ver y escuchar a estos pequeños durante una hora cada noche es un regalo para los sentidos.
Además, el jurado compuesto por tres maravillosos artistas, muy comprometidos con su talento pero humildes ante el de los pequeños cantores, nos ofrece un programa serio y amable.
Sin embargo, siempre hay peros. Siempre nos han enseñado que los fracasos son una parte importante del aprendizaje y de la formación, pero me pregunto: ¿se amerita que sea tan amplio y tan público?
Cuando un niño de corta edad logra llegar a un programa como La Voz Kids, seguramente luego de varias audiciones a nivel local y departamental, y en su gran debut ninguno de los jurados gira su silla, ¿debemos alegrarnos por esta maravillosa oportunidad formativa?
Toda su familia, todos sus amiguitos y toda Colombia fueron testigos de que no fue lo suficientemente bueno para continuar en el programa. No siempre se gana y muchas veces se pierde, de eso se tratan las competencias.
No obstante, sería interesante que los niños que logran llegar al programa final no fueran descartados y que se limite la competencia inicial a completar los tres equipos. Eso le daría a los niños una sensación de triunfo público que les quedará como un gran logro en el camino que recorrerán más adelante.
El aprendizaje no tiene que ser doloroso y las lecciones de fracaso público se deben evitar a tan temprana edad. El camino de la vida nunca será fácil y evitarle sufrimiento innecesario a un niño es un aporte positivo a su autoestima.