“El dolor no tiene estrato”: víctimas del edificio Space

“El dolor no tiene estrato”: víctimas del edificio Space

En el área común del edificio reciben donaciones

Por: Sara Kapkin
octubre 29, 2013
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“El dolor no tiene estrato”: víctimas del edificio Space

Han pasado quince días y las 130 familias que perdieron todo con la caída del edificio Space de Medellin estas más desolados que nunca. Se reúnen en un auditorio de un edificio del Poblado a donde les llegan las donaciones de alimento, ropa y productos de aseo. Santiago Ruiz, es el vocero de los residentes y encargado de explicar todas las novedades en el desarrollo de la tragedia que cada día es peor. A la vez que habla reparte las donaciones. Latas de atún, leche, jabón, cepillos de dientes y hasta comida preparada. Al lado izquierdo del salón está la ropa de mujer, al lado derecho la de hombre y en el centro la comida. El abogado Jaime Jurado quien representa los intereses de una compañía norteamericana que tenía asegurados los apartamentos de algunos propietarios que viven en el exterior también explica. Lo rodean todos con sus preguntas.

Se quejan de la constructora: “uno va allá  y ellos (los abogados de la constructora CDO)  le dicen a uno: comprendo su dolor pero no puedo hacer nada más. Están jungando nosotros”.

En el recinto se respira calma, pero detrás de la calma se siente el malestar. “Tenemos que recuperar algo para retomar nuestras vidas”. Todo es pasado. Según Juan Fernando Perez, psicoanalista y miembro de  la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis); “Perder el lugar que habito (la casa, el barrio, el pueblo, la ciudad, el terruño) es perder un pilar esencial para construir proyectos importantes, por modestos que estos parezcan, proyectos duraderos e ilusiones -y señala que- si alguien carece de condiciones subjetivas sólidas, de bases internas a partir de las cuales pueda soportar dificultades significativas, una tragedia como la de Space puede desencadenar trastornos en las relaciones consigo mismo, con los demás y con las cosas. No obstante, eso depende finalmente de las características subjetivas de cada persona”.

Hensey, oriundo de Cucutá, se trasladó a Medellín para estudiar diseño industrial, vivía con su hermana en la torre 5. No estaba allí en el momento del desplome, pero sus familiares si tuvieron que evacuar. “Nosotros sentimos eso, el apartamento se movía para los lados, yo me metí debajo de una puerta hasta que mi hija me dijo: Mamá, vamos ya! La madera de la puerta y los marcos traqueaban. Es que la torre se partió, voltió y cayó. Esa noche cada quien hizo lo que pudo. Solo pudimos sacar el perro, y lo que teníamos puesto: la pijama”.

Como ellos fueron muchos los que no pudieron sacar nada. Son escasos quienes tuvieron minutos para llevarse con ellos algo personal: fotos de familiares, una guitarra, un video con imágenes de los hijos, en fin, pequeños recuerdos que se vuelven un tesoro. Esperan poder entrar para rescatar algo entre los escombros, como una caja de postales de viaje, o retratos, o un par de peluches. Porque la vida toda, quedó allí sepultada.

La gente que lo perdió todo quiere también que encuentren a los responsables, a aquellos que en su avaricia y afán de acumular no respetaron las normas que exige toda construcción, como hizo la constructora Lerida CDO. “Para mi hay un vicio de materiales y un vicio de construcción. Al parecer hacían las pruebas con cemento bueno y luego lo alteraban con más agua y más arena- es la explicación que se da el cucuteño en medio de la incertidumbre. Y el municipio de Medellin tiene su responsabilidad.

“El comunicado que nos mandaron de la constructora llegó en una hoja sin el membrete de la empresa y era para darnos un sentido pésame. Ellos no nos han dado la cara para nada”. Pero esto se ha vuelto un tema en que lo de menos es la plata.” La  tragedia los ha unido. “Antes casi nadie se conocía, era cada quien en su vida, ahora somos como una familia de 450 personas del edificio Space. La gente nos ha estigmatizado. Que por ser personas de estratos altos o porque vivían en el Poblado entonces no necesitan ayuda. Pero no es así, la ayuda viene muy bien, ellos lo perdieron todo y las donaciones han sido muy importantes no solo por la utilidad sino por sentir el apoyo de las personas. El dolor no tiene estrato.”

Foto portada: terra.com.co

 

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