James Rodríguez fue campeón a los 18 años del Banfield de Argentina. En ese momento, 2009, era el jugador colombiano que más joven levantaba un trofeo en el fútbol internacional. Además lo hizo con lujo de detalles. Fue figura haciendo goles y poniéndolos. En esa parte de Buenos Aires James todavía es un ídolo. Después de décadas volvían a salir campeones. De ahí lo compró el Porto y volvió a demostrar de qué estaba hecho en las temporadas que jugó, marcando incluso en partidos vitales de Champions League. Lo compraron en 40 millones de Euros al Monaco, para armar el super equipo que prometía el ruso magnate que compró ese equipo francés. Pero apareció el mundial de Rusia y, con seis goles, se convirtió en uno de los pocos volantes que quedan goleadores en el certamen orbital en toda la historia.
Y entonces no cabía duda, era mejor que el Pibe y se sentaría en la mesa con Ronaldo y Messi. Sería balón de oro, sobre todo después de esa espectacular primera temporada en el Madrid de Ancelotti. Las dudas que tenían los españoles de dar 80 millones de euros por el volante parecían disiparse pronto. Pero apareció Benitez, la maldita lesión en sus gemelos y la decadencia.
En la selección no volvió a ser llamado, en el Bayern su comportamiento con el técnico Niko Kovac le quitaron las ganas a la directiva bávara de comprarlo a pesar de su buena temporada y en su regreso al Madrid fue insustancial. En el Everton creíamos que se levantaría del fango pero otra vez las lesiones y la llegada de Benitez dio al traste con una probable recuperación. Catar es el infierno en donde vive.
Rueda lo llamó tal vez cediendo a la presión de medio país que lo quería. Pero no está en condiciones. Jugó un puñado de minutos contra Brasil y nada, la lámpara no se encendió. En Catar le espera una larga para productor de la sanción que recibirá por agredir a un árbitro. Ese viejo sueño de que Catar sería solo un escampadero, una escala más a su regreso a Europa, se disipa con los días. James incluso ha dejado entrever que piensa más en su retiro que en otra cosa.
Es doloroso comprobar que, a los 30 años, la edad en donde tantos otros siguen en lo más alto de su nivel, James es mas pasado que presente. Ojalá contra Paraguay vuelva a taparnos la boca.