No se puede llegar a satisfactorios niveles de investigación, menos aún se puede alcanzar un notable desarrollo científico, sino se forman doctores; además, sin doctores, es factible que la innovación se vea comprometida.
Los costos de formar doctores en Colombia son elevados, los cupos son mínimos y su inserción posterior a la vida laboral es precaria. Los que financiados por instituciones del Estado logran acceder a un cupo, muchas veces, y en especial cuando les toca retornar a sus lugares de trabajo, se les entregan como labores las mismas que tenían antes de iniciar su larga y dura formación, o cualquiera otra que no tiene relación directa con su formación científica.
Si son docentes universitarios, casi siempre se les envía a extensas jornadas de clases, con inexistentes o carentes laboratorios y sin recursos, con mínimas opciones de desarrollar su potencial científico. Si fueron becados y a su regreso deben buscar trabajo para pagar o condonar la deuda, su panorama es más crítico aún. También está la fuga de cerebros, dadas las condiciones en que les tocará vivir, deciden quedarse fuera del país en la búsqueda de mejores opciones.
En los países desarrollados y aún en aquellos que son visionarios, como Brasil, por ejemplo, la formación doctoral goza de todo el apoyo del Estado; de allí que el número de profesionales con formación de alto nivel, nacionales o extranjeros sea elevado y por lo menos los resultados de su formación ayudan al crecimiento científico y todos los beneficios que esto supone para el país.
En Francia, los estudiantes de doctorado extranjeros, que representan cerca del 45% de ellos, contribuyen ampliamente a la actividad científica en las unidades de investigación. Las universidades compiten para atraer a los mejores y practican o bien la gratuidad de la matrícula, o bien una política de financiación de los años de doctorado (Ver: Francia no subirá las tarifas para los estudiantes de doctorado extranjeros), y seguramente obtendrán cargos que les permitirán ejercer como los doctores que son y pagar la financiación que hayan obtenido, si es el caso.
Claro que se puede, solo falta voluntad política y comprensión de la importancia que tener doctores significa para la universidad pública, en especial cuando de universidades regionales se habla. Más allá, no solo se trata de tener doctores y evaluar su importancia por el número que se tenga y como indicador para asuntos presupuestales o de acreditación, es en esencia, se trata de que esos doctores trabajen en investigación, que todo su potencial esté al servicio del desarrollo y que sean el capital semilla que permita formar más y mejores científicos nacionalmente.
Coletilla: Hablando de doctores, como debe ser, es justo decir que: los estudios de doctorado tienen como norte la investigación y el desarrollo del conocimiento, constituyen el trabajo de investigación de mayor relevancia que desarrolla un profesional durante su formación académica (Ver: El reto de acometer un doctorado: modelos de doctorado y tesis doctoral), razones de más para que no se pierda este esfuerzo y se capitalice su importancia.