En la primera parte de este artículo se expone la hipocresía que tiene occidente frente al manejo de las protestas sociales, en esta segunda entrega se devela cómo las protestas sociales son un arma diseñada y utilizada por los Estados Unidos cuando necesita desestabilizar un país que está en contra de las políticas norteamericanas o que no permite la explotación de sus riquezas naturales por las multinacionales estadounidenses.
Gene Sharp es un filósofo y politólogo estadounidense que es conocido por haber diseñado las estrategias de la no violencia para derrocar gobiernos supuestamente antidemocráticos. Lo extraño de los planteamientos de Gene Sharp es la aplicación de estos en países donde Estados Unidos y occidente requieren un cambio de régimen que esté a favor de la concepción política y social propuesta por Norteamérica. A este filósofo lo han acusado de ser un agente de la CIA, y aunque él lo niega y dice que no está relacionado con el gobierno estadounidense, su fundación Albert Einstein ha recibido financiamiento de organismos que tienen contactos con el gobierno de ese país. Además, las revoluciones de la no violencia al final terminan convirtiéndose en violentas como la de Ucrania, Libia y Siria.
Adicional a esto, la estrategia de la no violencia es utilizada como guerra de baja intensidad o guerra asimétrica, donde nunca se declara una guerra si no que se utilizan agentes de inteligencia encubiertos que se filtran en la población para atizar el descontento social y asesorar a los líderes de los partidos contrarios al gobierno que desean derrocar. Esta estrategia es perfecta puesto que los Estados Unidos no son culpados por el cambio de régimen porque se hace ver como una protesta social espontánea por parte de la población civil del país que requieren desestabilizar.
Ver: Manual USA para derrocar gobiernos (II) – Gene Sharp aclara: la CIA no es sino el jefe de sus jefes
A continuación se expondrán 4 países —Libia, Siria, Ucrania y Venezuela— donde Estados Unidos a la cabeza de occidente ha aplicado su arma perfecta, las revoluciones de la no violencia.
En Libia, en el 2011, en la región de Bengasi, estallan protestas sociales que exigían democracia. No obstante, dos semanas después, los protestantes inexplicablemente tenían armas de largo alcance, antitanques y lo mejor, sabían manejarlas. Simples ciudadanos que protestaban pacíficamente se transformaron de la noche a la mañana en un ejército capacitado y preparado para la guerra. Gracias a estos pacifistas la ONU expide la resolución 1973 propuesta por Estados Unidos que declara una zona aérea para proteger a los civiles de la barbarie del régimen de Gadafi. Sin embargo, las fuerzas de la ONU utilizan dicha resolución para apoyar a los terroristas que luchaban para derrocar al gobierno. En el 2011 Gadafi es asesinado y Libia queda sumida en la muerte y la desesperanza porque no llegó la democracia por la que luchaban sino el caos y la ingobernabilidad.
Después del éxito en libia, las manifestaciones sociales llegan misteriosamente a Siria. De nuevo aparece el mismo guion, estalla la inconformidad ciudadana y salen a las calles a exigir la tan preciada y anhelada democracia, esto ocurre, coincidencialmente, después del derrocamiento al régimen de Gadafi. Estas protestas inician en la provincia de Deraa porque supuestamente unos adolescentes escriben consignas en contra del régimen y son detenidos por las fuerzas gubernamentales. De repente ocurre un milagro, ciudadanos pacíficos que reclamaban cambios aplican tácticas de guerra y saben manejar armas pesadas.
Ver: Cinco años de guerra en Siria
En Ucrania en el año 2013 estalla una protesta social llamada el Euromaidán, donde los manifestantes exigen a Víktor Yanukóvich retomar las negociaciones para el ingreso del país a la Unión Europea. Sin embargo, este hace todo lo contrario y se acerca a Rusia lo que ocasiona la radicalización de las protestas sociales. En el 2014 la violencia se toma la plaza del Maidán y las calles de Kiev, lo que termina en el derrocamiento del presidente ucraniano Víktor Yanukóvich. Europa y Estados Unidos, curiosamente, celebran el triunfo de las protestas del Euromaidán pero la euforia traiciona a Victoria Nuland y en una entrevista confiesa que los Estados Unidos de América invirtió 5.000 millones de dólares para lograr el cambio de régimen en el país eslavo.
Ver: Ucrania, autopsia de un golpe de Estado
En Venezuela desde que llegó la revolución bolivariana se ha intentado aplicar la guerra híbrida o de baja intensidad. En el 2002 se intenta derrocar al gobierno de Chávez por medio de un golpe de estado, en el 2004 estalla un paro petrolero que paraliza al país. En el 2014, la oposición sale a las calles para derribar a maduro, queman guarderías, hospitales y asesinan gente al poner alambres en las vías. En el 2017, se desata una protesta aún más violenta porque utilizan las mismas estrategias del 2014 pero con mayor agresividad, queman bodegas donde se encuentran los centros de alimentos para la población civil y permanecen en las calles durante 4 meses intentando derrocar al gobierno elegido democráticamente en las urnas. A su vez, las protestas sociales convocadas por la MUD son apoyadas por la comunidad internacional que difunde a un supuesto movimiento democrático y pacifista que lucha contra una dictadura y omite los desmanes cometidos por las masas que buscan el cambio de régimen. No se puede olvidar que Venezuela tiene las mayores reservas petroleras del mundo, y el Tío Sam se mantiene hambriento de este recurso, y para sus males el gobierno venezolano está por fuera del vasallismo gringo.
Ver: Venezuela, objetivo a derribar por el poder político, económico y mediático internacional
En conclusión, las protestas sociales son una buena herramienta para manifestarse en contra de políticas que vayan en contra de los pueblos, pero no se puede desconocer que muchas de ellas son premeditadas y orquestadas por fuerzas obscuras, y los manifestantes piensan que siguen sus propios intereses cuando están siendo manipulados y controlados por la mano invisible de la CIA y el pentágono.
