El derecho internacional tiene muchos enemigos, pero quizás los peores son los que dicen defenderlo para mejor traicionarlo. Son los que en su aplicación utilizan “el doble rasero”: el derecho internacional vale si es para aplicarlo a las acciones de mis adversarios y enemigos y no lo es si se trata de aplicarlo a mis propias acciones. Y eso es lo que está haciendo ahora “la sociedad occidental” ante los despiadados bombardeos israelíes de la Franja de Gaza, según afirmó Rania, la reina de Jordania, en una entrevista concedida a la CNN el pasado 25 de octubre. En la misma se preguntó: “Esta mal matar a una familia, ¿pero está bien bombardear hasta la muerte?”. Y agregó: “La gente en todo el Oriente Medio, incluido Jordania, estamos conmocionados y decepcionados por la reacción del mundo ante esta catástrofe”.
Pero no solo en el Oriente Medio sino en el resto del mundo musulmán, en Europa e incluso en los Estados Unidos donde la gente ha salido masivamente a protestar por la política de tierra arrasada puesta en marcha por Israel inmediatamente después de los ataques de Hamás del 7 de octubre. La mayoría indignados con el doble rasero que esta aplicando Washington y Bruselas a la hora de responder a dichos ataques. Israel no se limitó a repelerlos, que sería comprensible, sino que inmediatamente aisló a Gaza, cortó el agua, la luz y el suministro de combustibles, alimentos y medicinas y amenazó con bombardear sin contemplaciones al millón largo de habitantes del norte de la Franja que decidieran quedarse en sus casas en vez de abandonarlas en las siguientes 48 horas de proferida la mortal amenaza. Medidas todas ellas prohibidas explícitamente por la Convención de Ginebra y desde luego por los derechos internacional y humanitario que prohíben tanto los castigos indiscriminados de la población civil como el desplazamiento forzado de la misma.
Pero ni por un momento tomaron en cuenta estos hechos antes de decidir viajar de inmediato a Israel a manifestar su apoyo inquebrantable al primer ministro Benjamín Netanyahu, el presidente Joe Biden, el canciller alemán Olaf Scholz, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, y la presidenta del parlamento europeo de Roberta Metsola. Actuaron al unísono, sin que ninguno haya ido mas allá del presidente Biden que recomendó públicamente prudencia a Netanyahu y le pidió abrir un corredor humanitario para que llegara ayuda humanitaria. (El corredor se abrió, su acceso fue bombardeado, luego se abrió intermitentemente y ahora mismo está de nuevo cerrado).
Se oponen decididamente a las propuestas humanitarias de alto al fuego presentadas ante el Consejo de seguridad de la ONU, la primera por Rusia y la segunda por Brasil.
A un mes largo de aquellas mortíferas medidas que se saldan con más de 13.000 palestinos muertos, no han mencionado la posibilidad de imponer sanciones a Israel si persiste en estas prácticas genocidas
A un mes largo de aquellas mortíferas medidas que a la fecha se saldan con más de 13.000 palestinos muertos, entre ellos 4.650 niños y niñas, y 30.000 heridos, no han mencionado siquiera la posibilidad de imponer sanciones a Israel si persiste en estas prácticas genocidas. Por el contrario, se opusieron decididamente a las propuestas humanitarias de alto al fuego presentadas ante el Consejo de seguridad de la ONU, la primera por Rusia y la segunda por Brasil. Y en el Congreso de los Estados Unidos por Squad, el grupo de 17 representantes demócratas crítios de la política de tierra quemada del gobierno de Israel.
Todas sus declaraciones públicas, ampliamente difundidas y respaldadas por los medios hegemónicos, son para defender su inconmovible apoyo al gobierno de Netanyahu. En ellas repiten dos argumentos que son muy difíciles de tragar. El primero es “el derecho a la defensa de Israel”. un derecho que, en este caso, Israel no puede esgrimir a su favor porque es el país que ha invadido y ocupado a Palestina, cuya población, en cuanto población de un país ocupado, tiene ella si el derecho a resistir a la ocupación, tal y como se lo reconoce el derecho internacional. Que es el derecho que asiste igualmente a Ucrania a resistir con las armas en la mano la invasión rusa.
El otro argumento es que si Israel se pasa por la faja el derecho internacional es porque se enfrenta a “los terroristas de Hamás”. Admito que el operativo militar Diluvio de Al- Aqsa causó numerosas bajas civiles israelíes, pero no creo que eso sea motivo para que el operativo mismo y las milicias que lo realizaron puedan ser calificadas de terroristas por los mismos que han causado cientos de miles de muertes de civiles en sus invasiones de Afganistán, Irak, Libia y Siria, para mencionar solo los ejemplos mas recientes. Y menos que menos para que lo haga la Administración Biden. John Kirby, el vocero del Consejo Nacional, refiriéndose a las criticas por la violencia ejercida por Israel contra la población civil, declaró en una rueda de prensa celebrada el 25 de octubre: “Esto es lo que está ocurriendo. Esto es la guerra. Es un combate. Es sangriento, feo y será complicado y civiles inocentes resultaran heridos en el futuro. Ojalá pudiera decirles algo diferente. Ojalá eso no sucediera, pero va a suceder”. O sea que si la violencia la practica Israel “en el futuro”, está bien porque Israel está librando una guerra, pero no si la practica Hamás porque lo suyo no es una guerra, es terrorismo. En consecuencia: las miles de víctimas civiles palestinas causadas por Israel en Gaza y en Cisjordania no son motivo suficiente para calificar a Israel de terrorista y aún menos para negarle el apoyo “hoy y siempre” como afirmó el presidente Biden y una resolución aprobada recientemente por unanimidad por el senado y por mayoría por la cámara de representantes de los Estados Unidos de América.
En cambio, las decenas muertos israelíes del operativo del 7 de octubre de Hamas si son suficientes para reducirla a la condición ignominiosa de “organización terrorista” y para negar que es el Movimiento de resistencia islámica palestina, que gobierna en Gaza porque fue elegido democráticamente por la mayoría de los gazatíes y que si lanzó los ataques del 7 de octubre - que causaron igualmente la muerte de 331 soldados y oficiales del ejército israelí, según reportó el diario israelí Haaretz – fue con el “objetivo clave de tomar prisioneros para canjearlos por los 5.300 palestinos retenidos en las cárceles y centros de detención israelíes”, muchos de los cuales son mujeres y menores de edad.